Conocemos la poca tolerancia social al daño producido por el médico por no hacer, mientras que el producido por actuar es mejor tolerado. Esto contribuye a la llamada medicina defensiva cuya consecuencia es el incremento del número de actuaciones clínicas sin que todas sean de clara utilidad. Desde hace algunas semanas, no hay día que la ministra de sanidad o los consejeros del ramo dejen de aparecer en los medios anunciando todo tipo de preparativos frente a la inminente ola pandémica de gripe A para tranquilizar a la población. ¿No se dan cuenta de que consiguen el efecto contrario?

Pareciera que nuestros responsables sanitarios participaran en una carrera de planes de acción que más que efectos benéficos sobre la salud de la población buscaran la exculpación en el improbable caso de que la epidemia llegara a ser grave. Nos encontraríamos, pues, ante una suerte de sanidad defensiva: hagamos planes y, sobre todo, publicitémolos, no sea que luego se nos responsabilice de lo ocurrido por falta de previsión. Desconocemos con exactitud cómo se comportará el virus A N1H1 en los próximos meses. Lo que sí sabemos es que la gripe de todos los años, la estacional, acudirá este otoño puntual a su cita centenaria. Según datos oficiales, en los últimos 10 años millones de españoles contrajeron una gripe, en una horquilla que osciló entre los 3,6 millones de 1999 y los 630.000 de 2008.

Muy pocos murieron si tenemos en cuenta el gran número de afectados. Muchísimos de ellos se autocuidaron y ni tan siquiera consultaron con su médico pues el acervo popular recoge perfectamente bien los remedios caseros de autocuidado ante la gripe. La continua emergencia informativa de los preparativos que las autoridades dicen estar efectuando, muchos únicamente sobre el sufrido papel, alarma incluso a aquellos que siempre consideraron la gripe una enfermedad molesta pero, en general, benigna y que, a la vista de la actitud "tranquilizadora" de medios y políticos, empiezan a contemplar su diagnóstico como lo más cercano a una sentencia de muerte.

Como todos los años, cientos de miles de españoles, quizá millones, contraerán este otoño-invierno la gripe estacional con fiebre y tos que les hará guardar cama unos pocos días. Como todos los años, y sin necesidad de pandemia alguna, muchos centros de salud y servicios de urgencias se verán colapsados por la demanda extra que supone la gripe estacional. ¿Acaso no habría que considerar este reiterativo colapso el resultado de una falta de previsión? El colapso puede ser memorable si añadimos la demanda justificada y la inducida por la alarma-pánico que se pueda ocasionar por la gripe A. Y será especialmente notable en aquellas zonas menos dotadas de recursos: médicos y enfermeros de centros de salud (atenderán la mayor parte de los casos) y camas hospitalarias (ingreso de pacientes complicados).

La sanidad pública valenciana presenta más riesgo de colapso pues en los tres indicadores se encuentra muy por debajo del promedio nacional, especialmente en algunos departamentos de Valencia capital y del sur de la provincia de Alicante. Tiene que ver con ello la baja inversión en la sanidad valenciana: de las más bajas de todas las comunidades durante los últimos 14 años y la menor durante los últimos cinco.

Una "sanitat low cost" a la que ni la Fórmula 1, ni la Copa América, ni la Volvo Ocean Race ayudarán a descongestionar los centros de salud, ya masificados sin necesidad de pandemia, pero que ante la amenaza de la misma y la alarma que se genere pueden terminar por claudicar.

En algún momento habrá que decirle a la gente: 1, que el virus de la gripe A ha venido para quedarse; 2, que los profesionales de la sanidad pública pondrán todo su empeño en la atención de la próxima epidemia gripal; 3, que confíen en sus médicos de familia y pediatras de los centros de salud, y 4, que la gripe, estacional o no, en la inmensa mayor parte de los casos se cura sola, y que más peligroso que su contagio es el de la alarma o el del pánico. Interrumpir el contagio y propagación del miedo es responsabilidad de todos: jefes, indios y mensajeros.

Portavoz de la Plataforma 10 minutos en la Comunitat Valenciana