Tampoco en esta ocasión se está celebrando con normalidad el concurso por el que debe adjudicarse la gestión de la plaza de toros de Valencia. Una vez más el juego sucio, el navajeo por debajo de la mesa (de contratación), las amenazas y los malos modos, han acabado aflorando, quedando para mejor ocasión el deseado fair play que tanto y tan bien se han venido trabajando algunos de los agentes implicados en tamaña mascarada, auspiciados todos ellos por el manto espúreo de los intereses del señor Rus, la señora Navarro y el chico Prieto. La dipu es bona si la borsa sona.

Ya lo adelantamos la semana pasada. Los abogados de los licitadores iban a tener trabajo. Dicho y hecho, porque los irresponsables de la diputación así lo están queriendo. Que se lo pregunten, si no, a Vicente Boluda. El armador valenciano ha visto como a las segundas de cambio, sin mediar más razones que las supuestamente técnicas, lo han sacado por la puerta de atrás de la diputación. Su principal pecado ha sido, según nos cuentan, no haber firmado el contrato del plus que todos los que continúan en esta carrera amañanada por el control de los asuntos taurinos del cap i casal sí que han rubricado.

A estas alturas de la fiesta, a nadie le debe quedar ya ni la menor duda de que el pliego de la plaza de toros de Valencia, ni busca la calidad, ni la proporcionalidad, ni la eficiencia. Tampoco parece un pliego ajustado a derecho, ni pretende ser claro ni transparente; ni conceder igualdad de oportunidades a cualesquiera sean los licitantes. Lo que pretende el piego de Valencia es simular que hay concurso, cuando la verdad es que el coso de la calle Xàtiva ya tiene dueños: José Antonio Chopera y Roberto Espinosa. Todo este paripé institucional que se han montado los Rus, Navarro y Prieto, sobraba. Si lo que quieren ustedes es darle la plaza a los gestores de Madrid, pues désenla directamente. ¿Para qué tanta historia? Si lo que verdaderamente les importa son los eventos extrataurinos, pues llévenselos también. Y mientras, Vicente Boluda, presentando un recurso en Estrasburgo que suena a brindis al sol. ¿O será que el bueno de don Vicente no se fía de De la Rúa? Pues eso, señores. ya tenemos empresarios. ya saben: paz, amor... ¡y el plus pa´ el salón!