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El botín, 300 millones en joyas y antigüedades en su mayoría del siglo XII. Los autores, dos hermanos rumanos que se dejaron llevar por la sugerencia de un jardinero infiel. La víctima, Llorenç Jaume Grau-Pla, el último barón de Llorach, un antiguo título nobiliario tarraconense que se concedió por primera vez en la edad media. El lugar, una vieja casa señorial en el centro de Riudecols (Tarragona), cuyo aspecto ruinoso no permitía aventurar los tesoros que albergaban sus estancias.

El pasado 14 de marzo, los dos hermanos, Claudiu Ionut T. y Ovidiu Stefanel T., de 20 y 24 años, respectivamente, saltaron el muro que rodea la mansión y accedieron a la tercera planta, allí donde el jardinero, amigo de ellos, les había contado que había "cosas bonitas".

Una vez dentro, trabajaron a placer, porque el barón reside en una vivienda modernista del centro de Reus y sólo va a la casa familiar en verano y algún fin de semana. En unas horas, arramblaron con un botín millonario en joyas y antigüedades, casi todas "heredadas de la familia", presume el aristócrata. La mayoría del centenar de piezas robadas son del siglo XII, aunque el tesoro más preciado de la colección era un relicario de plata con la costilla de la italiana Santa Baldesca que data del siglo XIII.

El dueño insiste en valorar el tesoro en la astronómica cifra de 300 millones de euros. Los Mossos d'Esquadra, autores de la detención de los ladrones, prefieren esperar a la tasación oficial.

La riña y la denuncia, el acto final

Entre lo sustraído, jarras, bandejas, salseras, cubiertos de plata, dos cámaras fotográficas antiguas de gran valor, diversas medallas y medallones también de plata y una docena de colgantes con diferentes piedras preciosas, además de siete diademas de plata con pedrerías de diamantes, perlas y rubíes. Los Mossos, que entregarán a su propietario las piezas recuperadas, creen que aún falta un 15 por ciento del botín por encontrar y que esas piezas están en posesión del jardinero, el presunto cómplice desaparecido.

De hecho, si cinematográfico resulta lo hasta aquí narrado, no lo es menos la forma en que la policía resolvió el caso. Los cacos eran tan inexpertos que al día siguiente del robo denunciaron que alguien había entrado en su casa, en Riudoms -a diez kilómetros de Riudecols- y les había robado y agredido. La policía sospecha que fue el jardinero tras una discusión por el botín. Cuando llegaron los Mossos, encontraron una moneda antigua dentro de un calcetín y una cámara digital con fotos del botín expuesto encima de una mesa. Ambos están ya en la cárcel.