La Policía Nacional detenía hace unos días en Valencia a una presunta ladrona especializada en hurtar a jubilados con el viejo truco de hacerles creer que han ligado. Se conoce como el método de la seducción y no es más que una variante de los hurtos de carteras y joyas. La última arrestada se distingue de las demás porque, en esta ocasión, se trata de una mujer joven, de apenas 25 años, la mitad que las descuideras que practican este sistema. En medio año, ha sido detenida cuatro veces, aquellas en las que ha sido denunciada, aunque la Policía sospecha que ha actuado en muchas más ocasiones.

Sin embargo, nunca ha entrado en prisión. Desfila por el despacho del grupo de Hurtos de la Jefatura de Policía de Valencia, la policía científica rellena una nueva ficha de reseña y tras un breve paso por el calabozo, el juzgado de guardia la deja en libertad.

Como sus compañeras de especialidad, busca víctimas en lugares que frecuentan los jubilados, desde parques a bancos en plena calle. Los vigilan, eligen al más propicio y lo siguen. Unas veces, el «ataque» de pasión se produce en el portal del elegido, otras, se lo llevan a un rincón apartado, un descampado, una calle vacía. El pretexto, buscar intimidad. Y empiezan los roces, algún que otro abrazo, un beso furtivo. La víctima ya está entregada.

Cuando quiere darse cuenta, le han quitado el reloj, la cadena de oro del cuello, la pulsera, la cartera, el dinero del bolsillo. Todo sirve como botín. «Muchos de los que sufren este tipo de hurto no denuncian, casi siempre por vergüenza. No quieren arriesgarse a que su mujer, su familia o los amigos los ridiculicen por algo que consideran una pequeña pérdida», explica un experto policial en la materia.

De hecho, a la última detenida en Valencia, una joven de nacionalidad hondureña que rastreaba víctimas por el distrito de Patraix, sólo se le han demostrado cuatro robos en medio año. Una nadería si tenemos en cuenta que es su medio de vida.

Esta modalidad, lanzada a la fama por los Mossos d’Esquadra tras la detención de la peruana María Belén F.M., de 54 años, el pasado día 17 en Barcelona, es «muy antigua, se ha dado siempre», explica la misma fuente. La ladrona cuenta con el deslumbramiento de hombres que, por su edad, ya no suelen triunfar de manera espontánea en las lides del amor.

Hasta hace no mucho, la mayoría de las especialistas en estos hurtos que actuaban en Valencia eran mujeres rumanas, de mediana edad y no especialmente atractivas. Desde hace un tiempo, han entrado en escena mujeres suramericanas, que cuentan con la ventaja del idioma. El lugar común es la zalamería que despliegan ante sus víctimas.

Tanto es así que en más de un caso ha sido la policía, que seguía los pasos de una sospechosa, quien ha tenido que convencer al jubilado de que lo que acababa de vivir no era un arrebato de pasión inesperada, sino un simple y puro robo.

Las «seductoras» puras, al contrario que las ladronas que utilizan la excusa de recoger firmas para niños desvalidos o personas discapacitadas, y que no renuncian a algún roce eventual para vencer resistencias, actúan solas. En todo caso, es un delito —en realidad, una falta, ya que el botín rara vez alcanza los 400 euros— de baja intensidad —apenas se producen cinco o seis detenciones por año en la ciudad de Valencia—, con un escaso índice de denuncias y que comporta penas casi irrisorias.

De hecho, el ingreso en prisión de la detenida en Barcelona es un hecho excepcional que se ha producido porque la acusación formal es de robo y de abuso sexual, quizás porque en su caso alguna de las víctimas firmó en la denuncia que María Belén se había extralimitado.