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El asesino machista de Gandia alega que se la encontró muerta en el baño

El acusado de asfixiar a su expareja, y quebrantar la orden de alejamiento, huyó a Madrid tras robarle el coche, el ordenador y la Thermomix a su víctima

El asesino machista de Gandia alega que se la encontró muerta en el baño

El presunto asesino machista acusado de matar a una guardia civil retirada en la localidad de Gandia en febrero de 2017 ha negado haber asfixiado a su pareja, de la cual tenía una orden de alejamiento. Según ha declarado ante un Jurado Popular, se acostó a las 22 horas a las 11 cuando se despertó "ya estaba muerta" en el baño. Asimismo, alega que había bebido mucho esa noche, aunque en la vivienda la policía no halló botellas que así lo indiquen.

"Si lo supiera lo diría y lo reconocería, pero no tenía motivo alguno para matarla", ha asegurado el acusado ante las preguntas de la fiscal, que solicita para él una pena de 19 años de cárcel por los delitos de homicidio, quebrantamiento de medida cautelar de forma continuada, robo y uso de vehículo a motor y hurto, como ha adelantado Levante-EMV.

Por su parte, la acusación particular contempla que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, ya que aprecia la circunstancia de alevosía, con el agravante de parentesco, por el que solicita una pena de 25 años de prisión por el delito de asesinato.

Además de los continuos quebrantamientos de la orden de alejamiento, el procesado, de 42 años, ha sido condenado por amenazas de muerte a Dolores Correa, de 47 años. "El viaje de vuelta será con el pijama de madera", es uno de los mensajes que envió a su víctima. De igual modo, acosaba tanto a los hijos de la fallecida como a sus padres, incluso enviándoles fotografías y vídeos de contenido erótico de ella.

Agentes de la Guardia Civil de Sueca arrestaron al sospechoso el 22 de febrero de 2017 en la localidad madrileña de Móstoles por el quebrantamiento de la orden de alejamiento. Apenas unas horas antes el cadáver de su exnovia había sido hallado en el domicilio en el que residía éste, en Gandia, tapado con una toalla y un plástico. Aunque el acusado siempre ha negado la autoría del crimen, alegando que ya estaba fallecida cuando la encontró y que huyó consciente de que le incriminarían por la orden de protección vigente, la Fiscalía sostiene que el procesado mató a su víctima de forma intencionada. «La asió fuertemente con la mano puesta en la nariz y boca, tapándole la respiración, y a pesar de que Dolores trató de quitárselo de encima, la víctima no pudo». La causa del fallecimiento, según la autopsia, fue «una insuficiencia cardiorrespiratoria producida por asfixia mecánica».

José Luis S. G. conoció a su víctima a través de redes sociales en 2014. Inicialmente entablaron una amistad que dio paso a una posterior relación análoga a la matrimonial hasta agosto de 2015. Tras una discusión, Dolores decidió abandonarlo, aunque el acusado no aceptó la ruptura. Así, comenzó a amenazarla de muerte por redes sociales, interponiendo la víctima una denuncia por dichas amenazas. El Juzgado de Instrucción número cuatro de Sueca dictó una orden de protección el 29 de enero de 2016, en la que prohibía al ahora acusado aproximarse a menos de 5.000 metros de Dolores, comunicarse con ella e incluso la entrada en la localidad del Perelló donde residía ésta en aquel momento.

Se dejó el dispositivo en casa

Como suele ocurrir por desgracia en otros casos de violencia machista, pese a que el presunto maltratador tenía instalado un transmisor de radiofrecuencia -pulsera de localización- la víctima seguía viéndose con él, pensando que iba a cambiar, y cuando iba a visitarlo a su domicilio de Gandia se dejaba su dispositivo de alerta cargando en casa. Eso fue lo que ocurrió también el día de autos.

El crimen se produjo el 17 de febrero de 2017. Un par de días antes la víctima había acudido al domicilio de su excompañero sentimental. Al dejarse su aparato de protección en casa - que salta si está a una distancia inferior a la permitida de la pulsera del maltratador-, esta medida resultó inutil para protegerla y alertar a las autoridades del quebrantamiento. Su presunto asesino aprovechó dicha circunstancia para acabar con su vida. Después tuvo tiempo de huir con el coche de su víctima, vender en una tienda de segunda mano un ordenador y una Thermomix por 90 y 206 euros, y refugiarse en Madrid hasta ser detenido cinco días después del crimen.

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