Los miembros del jurado popular encargados de dictaminar el grado de participación o no de cada uno de los padres acusados del asesinato de Ixchel —de cinco meses—, y su hermano Amiel —de tres años y medio—, muertos a golpes en marzo de 2019 en Godella, se encuentran desde ayer deliberando su veredicto.

La letrada Luisa Ramón, que ejerce la defensa de la madre de los niños, fue la última en presentar al jurado su informe. María G. sufrió esa noche un brote agudo de la esquizofrenia paranoide que padece, por lo que es inimputable. Pero más allá de que no tenga responsabilidad penal, su abogada insistió en que no ha quedado probado que ella participara en las muertes, sino que como siempre ha mantenido su cliente, su acción se limitó a enterrar los cuerpos de los niños tras encontrárselos ya muertos.

«Tan importantes son los vestigios que están como los que han desaparecido», remarcó la letrada en referencia a la ausencia de restos de sangre de Ixchel en la escena del crimen. Así como que la ropa de Amiel, que fue enterrado desnudo, tampoco se encontrara, salvo unas prendas de niño que estaban a remojo en un barreño y cuyo informe de criminalística no fue concluyente. Según argumentó, estas operaciones de limpieza no pudieron ser realizadas por la acusada, quien en pleno brote actuó de forma precipitada enterrando a los niños y huyendo de la supuesta secta que creía haber matado a sus hijos.

La defensa de María también insistió en la mayor o menor credibilidad de las manifestaciones de los acusados. Así, detalló las numerosas mentiras vertidas por el padre de los niños y que han quedado al descubierto por las declaraciones de testigos y pruebas periciales. «Una persona manipuladora que miente siempre no puede ser creído», puntualizó.

Al finalizar la sesión y a la espera de que el jurado popular emita su veredicto, ambos acusados renunciaron a su último turno de palabra. Ya está todo dicho en este juicio por unos crímenes tan brutales como incomprensibles.