Una casa de planta baja con la fachada blanca y un toldo completamente bajado con la estructura típica de una edificación de playa era ayer el punto de mira de vecinos y curiosos en Miramar. Es la vivienda del matrimonio formado por Juanito y Juanita, emigrantes a Alemania durante su juventud y que pasaban su jubilación en la playa de este municipio costero de la comarca de la Safor. Allí perdía la vida la mujer, de 87 años, la noche del pasado sábado, 1 de enero, debido al golpe que sufrió después de que su marido, de 88, supuestamente la empujara tras una discusión.

La Guardia Civil se ha hecho cargo de la investigación para tratar de dirimir bajo qué contexto se produjo la muerte. Será la autopsia la que determine la causa exacta y la que servirá a los agentes para dirigir la acusación por un camino u otro, sin descartar que pueda tratarse de un caso de violencia machista o bien fruto de una acción relacionada con el deterioro cognitivo que padece debido al alzhéimer.

El hombre, por el momento, está detenido e ingresado en el hospital. Unas horas antes de producirse los hechos se había marchado de regreso a Alemania el hijo de la pareja, que había pasado con ellos las vacaciones de Navidad y Año Nuevo.

El suceso tuvo lugar entre las 22.30 y las 23 horas. El propio hombre salió a la calle a pedir ayuda y se encontró con un repartidor de comida a domicilio a quien dijo «he matado a mi mujer». En una primera exploración al cuerpo no se apreciaron signos externos de violencia, según apuntaron fuentes de la investigación a Levante-EMV. No hay denuncias previas de violencia machista en la pareja, lo que no significa que no existiera, algo que los investigadores tratarán de aclarar.

Los informes que constan en la Policía Local de la localidad sobre atenciones al matrimonio se centran en auxilios por caídas y no por discusiones o agresiones, como explican las fuentes.

Los dos tenían problemas de movilidad. El hombre se desplaza con andador y, según señalan los vecinos, ha sufrido un importante deterioro de su estado físico y de salud en el último año. Ella utilizaba dos muletas para moverse, pese a lo cual se encargaba de atenderle. Un vecino próximo a la vivienda les ayudaba haciéndoles recados o llevándoles donde necesitaran. La madre de este hombre, Encarnación Ramírez, señala que «son muy buenas personas, juntos siempre. Él la quería mucho y ella a él, igual; quien diga otra cosa, enreda».

En la zona están consternados. «Son los mejores vecinos de toda la calle», señalaba ayer un joven que vive junto a sus padres a escasas viviendas de la que se produjeron los hechos. Marcos, otro hombre que les conoce «desde hace 22 años», precisaba que «se les veía siempre paseando juntos» y «nunca se les había escuchado discutir».

La alcaldesa de Miramar, Pilar Peiró, espera que los resultados de la autopsia determinen «que ha sido un desgraciado accidente», no un caso de violencia de género. La máxima autoridad municipal explicaba ayer que es un matrimonio «muy conocido» al que se les llamaba «los abuelitos», que, aunque no son naturales de la localidad, llevan muchos años viviendo en el municipio, concretamente en la zona de playa. «Todo el vecindario estamos conmocionados, eran una pareja muy entrañable que nunca ha dado problemas», indicaba Peiró.