Una vida solidaria y cooperativa, sin la necesidad de castas dominantes que concentraran riqueza y poder, fue el motivo por el cual la antigua ciudad de Monte Albán, en México, se desarrolló y perduró durante trece siglos, según un nuevo estudio. La localidad no contaba con tierras demasiado fértiles ni con una ubicación privilegiada en la región, pero sin embargo se erigió como la urbe más importante del sur de México. 

Una investigación realizada por científicos del Field Museum de Chicago, en Estados Unidos, ha profundizado en las causas que llevaron a una antigua ciudad mexicana localizada en el Valle de Oaxaca, en México, a convertirse en la urbe central de su región a lo largo de más de un milenio. Sin una ubicación destacada o tierras demasiado productivas, la ciudad de Monte Albán habría progresado gracias a su organización social más equitativa y colaborativa.

Fundada en el año 500 antes de Cristo, Monte Albán creció rápidamente y se mantuvo como la principal metrópoli de la región durante 1.300 años, más tiempo que casi todas las ciudades mesoamericanas prehispánicas. ¿Cuál fue la razón de su éxito? Mientras en otros casos similares el progreso estuvo ligado a la cercanía del agua y de la tierra fértil para el cultivo o del dominio a través de las guerras, esta sociedad mexicana parece haber elegido otro camino diferente, e igualmente haber progresado y perdurado. 

Buscando las causas del éxito

De acuerdo a una nota de prensa, los investigadores Linda Nicholas y Gary Feinman quisieron descubrir por qué Monte Albán se pobló tan rápidamente y qué permitió que la ciudad se sostuviera por tanto tiempo como una referencia central en su región. En principio, descartaron otras hipótesis: no existían registros de gobiernos despóticos que hayan obligado a la población a mudarse a esa zona, ni tampoco la gente se podría haber trasladado porque la tierra era extremadamente buena para la agricultura. 

Frente a esto, analizaron otras cuestiones para intentar explicar el caso. Según concluyeron en el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Frontiers in Political Science, desde la fundación de la ciudad existió una forma de gobierno más colectiva, que atraía a la gente tanto al asentamiento como a sus alrededores. Al mismo tiempo, la antigua urbe brindaba seguridad a sus habitantes, al encontrarse en lo alto de una colina y disponer de un aceitado sistema de defensa. 

Una comunidad más equitativa

Si se la compara con sociedades más autocráticas, como los mayas del período Clásico, Monte Albán disfrutó de una forma de gobierno más colectiva y más austera. Mientras en las comunidades gobernadas por déspotas, una arquitectura fastuosa y monumental marcaba con claridad la diferencia entre ricos y pobres, en Monte Albán existían edificios públicos no residenciales, templos y grandes plazas compartidas y abiertas. Las construcciones eran sencillas en su mayoría y no se registraban abismales diferencias entre las clases sociales

Al mismo tiempo, las familias vivían en una constante interdependencia: no solo las casas eran contiguas geográficamente, sino que además compartían un muro de contención y un área de desagües, que debían gestionar en conjunto. En términos productivos, el intercambio de artesanías y alimentos en un ambiente riesgoso para la agricultura forjó una economía más solidaria y cooperativa, que atrajo a personas de otras regiones a instalarse en Monte Albán. 

Un nuevo contrato social

Los científicos creen que el éxito de esta antigua ciudad mexicana se sustentó en una especie de relación de conveniencia mutua entre las personas: los que tenían más poder, conocimientos o recursos económicos coordinaron la defensa de la urbe y ayudaron a organizar el mercado, además de desarrollar actividades rituales que mejoraron la solidaridad de la comunidad. Por otro lado, los sectores más humildes produjeron alimentos y otros bienes que sustentaron el asentamiento y, mediante los impuestos, apoyaron la gobernabilidad. 

Este proceso colaborativo, basado en el cumplimiento de las responsabilidades de cada uno de los actores, permitió el desarrollo de una ciudad en la cual se escribió un nuevo contrato social desde su fundación. Fue una sociedad más equitativa, menos elitista y con un gobierno colectivo, que perduró durante más de un milenio eligiendo un camino distinto al de la mayoría de las comunidades de su época. 

Referencia

The foundation of Monte Alban, intensification, and growth: coactive processes and joint production. Linda M. Nicholas and Gary M. Feinman. Frontiers in Political Science (2022). DOI:https://doi.org/10.3389/fpos.2022.805047