Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fernando Alfaro.

Fernando Alfaro: «Mis canciones son perfectas para un apocalipsis»

Lleva 35 años viviendo desde los márgenes el pop entendido como la unión eterna de una melodía perfecta y un mensaje trascendental y el domingo actúa en el Parc de Capçalera de València con su hija Natalia (Lea Leone) como telonera.

Fernando Alfaro vuelve a actuar este domingo en València, en concreto en el Parc de Capçalera, dentro del ciclo Serialparc. Será un concierto bastante especial para él por, al menos, dos razones. La primera es que tendrá como telonera a Lea Leone, música en ciernes y, además, hija suya. «Natalia no se dedica profesionalmente a la música porque está estudiando medicina -aclara el que fuera líder de Surfin’ Bichos y comandante perpetuo de Chucho-.

Pero bueno, quizá no se ha dedicado en cuerpo pero en alma sí. Es su otra gran pasión, porque médica quería ser desde bien pequeñica. Hace ya un tiempo la engañé para que tocara en un concierto mío pero el primer oficial suyo conmigo es este». «Además -añade el propio Alfaro-, este será un concierto especial no solo porque toque con mi hija, sino porque ese domingo será mi cumpleaños. Espero que venga mucha gente a hacerme compañía porque cumplo un porrón de años. 58 nada menos».

Ahora cumples 58 años y en 2018 recordabas en la canción «Dominó» cuando tenías 26. Lea, tu hija, creo que tiene 23 porque la escuchábamos balbucear en «Tejido de felicidad», que es de 1999. ¿Ha cambiado mucho la música entre uno y otra?

La música siempre ha estado cambiando, está en su esencia. Cambia, se mezcla y a la vez permanece, es como el agua. Cambia pero siempre tiene un poso, un lugar común, que es el que hace que una canción con 10 o 50 años te pueda hacer llorar aunque el que la compuso o grabó esté muerto. Yo sigo tocando canciones mías de hace 35 años que conviven con canciones superrencientes de forma muy natural. Mi hija, siendo muy joven y teniendo muchos rasgos de su generación, tiene una especie de vertiente de pop clásico que es como un diálogo con gente de hace tanto como Leonard Cohen o Joni Mitchell.

¿Qué tienen canciones tuyas como «Gente abollada» o «Fuerte» o «Mis huesos» para sonar tan modernas a estas alturas del siglo XXI?

Lo que ha hecho que permanezcan tantas canciones populares de hace siglos. Las canciones que permanecen son las que tienen una buena melodía y una historia y un ritmo que va pasando por el tiempo. Canciones que han unido a la gente de alguna manera. Si yo tengo el modesto mérito de que algunas de mis canciones hayan provocado ese punto de «transmitibilidad», con eso me doy por satisfecho. Esa esencia de las canciones populares es la que nos hace humanos.

¿Tú que has estado siempre en los márgenes de la música pop, has echado de menos no haber estado en el centro, en el lugar de los millones de discos vendidos y los estadios a rebosar?

Uno no se plantea eso mucho porque cuando haces música puedes llegar al éxito masivo o puedes llegar a que te conozca solo tu familia. Normalmente lo sano es no planteárselo en esos términos. Uno quiere comunicar como forma de hermanarse con los demás. Uno no canta solo para uno mismo, cantas para ti pero con la esperanza de que llegue también a otra gente. Yo siempre he dicho, aunque parezca que me estoy marcando un pegote, que me dejo la piel en un concierto ya sea ante cuatro personas que ante cuatro mil. Las cuestiones de mayor o menor éxito numérico no me han preocupado demasiado. Pero es obvio que, aunque sea por una cuestión de satisfacción, prefieres que lo que haces llegue a más gente.

¿Qué hubiera pasado si, tal como estaba previsto, Surfin’ Bichos sí hubiera participado en aquella histórica gira por España con Nirvana y Teenage Fanclub? ¿Hubierais dado el pelotazo que, al final, no disteis?

Nunca se puede saber, pero sí esta claro que toda nuestra estrategia de promoción de nuestro disco (’Hermanos carnales’) por parte de la compañía estaba sustentada en esa gira. Todo el dinero que se invirtió para que pudiéramos estar en esa gira no se invirtió en otro tipo de promoción. En ese sentido, que el disco que más posibilidades comerciales parece ser que teníamos se viera privado de ese apoyo, es posible que hubiera influido en el futuro del grupo. Pero esto no son matemáticas y las cosas son como vienen y el tiempo te enseña a aceptarlo así.

Hay gente que aún asegura que os vio tocar en aquella gira en la que no participasteis.

Sí, sí, y esa es la mejor gente del mundo. Si alguien te dice eso una noche, súbete al coche con él porque será la mejor noche de tu vida.

¿Con quién te fastidió más no tocar, con Nirvana o con Teenage Fanclub?

En su momento decíamos que era con Teenage Fanclub, pero la verdad es que nos gustaban los dos. Nirvana también nos flipaban. Teenage, por razones obvias, ha tenido una carrera más larga que Nirvana y por la trascendencia que ha tenido luego Nirvana seguramente ahora diríamos que nos fastidió más no salir de gira con ellos. Pero bueno, nos fastidió por ambos.

Nunca he acabado de entender por qué canciones como «Hermano carnal» o «Fuerte» no triunfaran en Los 40 Principales. Para mí eran pop puro y duro.

Sí, porque lo eran. «Fuerte» sí llegó a Los 40. Ibas a un gimnasio o a un supermercado y ahí estaba sonando en el hilo musical. Era sorprendente y seguramente si se hubiera podido invertir en ella el dinero que se gastó en esa gira a la que no fuimos, hubiera sido además de pop una canción popular. Ese disco, a pesar del poso oscuro en su temática, era un disco muy brillante, muy directo, una buena llave de entrada para nosotros. Luego he tenido momentos que se han acercado a ese, con «Magic» por ejemplo... Pero la trascendencia numérica es un misterio. Supongo que algo parecido a la suerte también jugará ese papel.

Eso que has comentado de temática oscura y música brillante vuelve a aparecer en «Corazón roto y brillante» (2020), tu último disco con Chucho.

Sí, es iluminar muy bien una situación muy dolorosa para que se vea bien. Es un concepto que vengo yo manejando desde el primer disco que hice en mi vida, ‘La luz en tus entrañas’. ‘Corazón roto y brillante’, que nace de una necesidad expresiva, de una situación personal felizmente superada. Todos los discos, y este también, son catárticos porque sacan de ti todo lo que quieres sacar y te liberas.

¿Podríamos decir que desde «La luz en tus entrañas» siempre has cantado sobre lo mismo?

Sí, de lo mismo que, en el fondo, son millones de cosas y que al final se reducen a los grandes temas, que son al amor, a la muerte, a la amistad, al hedonismo y a la espiritualidad. De lo que intentamos convencernos los humanos para pensar que somos humanos. Eso luego se traduce en mil temáticas diferentes que luego son las mismas.

Lea Leone.

Hablando de amistad, tu amigo Ricardo aparece ahora en «Sangre en los surcos», y antes estaba también detrás de la historia de «Magic» y de «Ricardo ardiendo». ¿Por qué fue para ti tan importante?

Muchos de nosotros hemos tenido amistades que nos han marcado y que se han convertido en el epítome de la amistad. Has podido tener otros amigos tan íntimos como ese, pero hay uno que te ayuda mejor a pintar lo que es esa manera de entender la amistad.

¿Por qué has tenido ahora esa necesidad de mirar hacia atrás con canciones como «Dominó» o «Sangre en los surcos» y de recuperar canciones de toda tu carrera?

En ‘Los diarios del petróleo’ de Chucho ya me pasó. Es habitual para los creadores que haya momentos de parar, mirar atrás y reconocerte en tu propio pasado. Es una forma de entenderte y luego proyectarte y seguir adelante.

«Lo mejor de nuestra vida aún está por ocurrir», que cantabas en «Magic».

Sí, hay quien podrá decir que lo que dice esa frase es ilusorio o demasiado cándido, pero para mí es un acto inteligente porque te ayuda a encontrar mejores cosas siempre. Yo aspiro a ello y suelo conseguirlo. Siempre te pueden pasar grandes cosas, pero tienes que estar dispuesto. Cada uno, que elija.

El concierto del domingo serás tú con tu guitarra de madera. ¿Te sientes el último de los clásicos, el Johnny Cash de la meseta?

He vivido una especie de proceso de despojamiento. Al principio, cuando iba con la acústica, llevaba un amplificador de guitarra eléctrica y pedales, que era un lío. También me he planteado llevar historias pregrabadas y loops. Pero ya me ha ocurrido en varias ocasiones que he tenido que tocar en lugares en los que no había ni enchufes, en los que he tenido que cantar y tocar a pelo. Y siempre, además, siempre he tenido la ensoñación vaga de que si de repente cayera todo el tendido eléctrico a nuestros pies, yo podría seguir tocando en términos apocalípticos.

Pues no es mal repertorio el de Surfin’ Bichos, Chucho y Fernando Alfaro en solitario para un apocalipsis.

No, es perfecta.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.