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Otamendi

El borde del área

Otamendi

Me van a disculpar, pero no les voy a hablar de las bondades del central argentino

No voy a loar sus milagrosas recuperaciones con respecto a los esguinces que se nos notifican (que los padezca o no, ya se me escapa. Ahora se juegan los partidos con todo tipo de estrategias). Titulo la columna «Otamendi» porque es el apellido del juez (Fermín de nombre) que ha tomado la medida de decretar prisión incondicional para el ex directivo de Osasuna Txuma Peralta y prisión bajo fianza de 500.000 Euros para el ex-presidente rojillo Miguel Archanco. Como Nico barre por detrás cualquier avance rival, Fermín (Otamendi) pasa a ser el exponente del primer juez que toma medidas directas para barrer la ponzoña y la podredumbre de nuestro fútbol. No se engañen, nuestro fútbol es un reflejo de nuestra sociedad. Aquel que ostenta un cargo importante y en el que se maneje dinero (y el fútbol, les aseguro que maneja mucha pasta), o trinca o es de hielo. Y si en la política estamos hartos de ver trincones a manos llenas, inútiles feladores del poder que disfrutan de cargos sin la más mínima aptitud o abanderados más falsos que los éxitos de Milli Vanilli, no crean que el fútbol (repito, reflejo de la sociedad) es muy diferente. Cualquier periodista conoce historias poco edificantes de nuestro balompié. Otra cosa es poder demostrarlas, y cuando uno tiene un micro o una página delante tiene una serie de obligaciones. Una de ellas es demostrar las cosas que dice (bueno, siempre queda el Sálvame o los shows televisivos futboleros de madrugada que emite alguna tele de Madrid). Pero quédense con el concepto de que a veces hay cosas que no son demostrables, pero ello no quiere decir que no existan o no se sepan. Lo que ocurre es que al igual que la ley para los políticos, las leyes para perseguir el fraude en el deporte y en el fútbol en este país son un pitorreo sideral. Aquí el tema está pensado para que no le ocurra nada a quien no le tiene que ocurrir: al poderoso. Me explico. En España es casi imposible que los clubes puedan salir perjudicados de ciertas cuitas. No sea que un juez «no futbolero» reciba indicios y un día se le ocurra pasar por la piedra a algún «poder fáctico-futbolístico» de nuestro fútbol. En eso en Italia nos llevan mucha ventaja. No les tembló la mano a la hora de cargarse a la Juve y al Milán (incluido el descenso de los «bianconeros»). Aquí, sabemos que sería imposible, y que hay intocables. Empieza a salir ponzoña. Veremos hasta dónde alcanza el hedor...

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