Balaídos exige esta noche otro paso hacia adelante del Valencia. De momento, en la temporada del Centenario cada uno de los contados triunfos, más que el anuncio de una señal de despegue, ha acabado convirtiéndose en una excepción, en breves oasis para ganar tiempo y recuperar aire, pero sin vislumbrar soluciones. Después de los triunfos contra la Real Sociedad, el Getafe o el Huesca no llegó el ansiado punto de inflexión, la referencia del Montjuich de 2002 que se recita como un acto de fe. Sin embargo, la liberación de la segunda parte contra el Sporting de Gijón mostró a un Valencia que por fin se regaló el gusto de una velada tranquila en la que Mestalla descargó mucha energía viciada y encontró en el capitán Dani Parejo a una ancla fiable para plantarle cara a la crisis.

El mejor momento del Valencia está por llegar. Todavía sin Gonçalo Guedes y Geoffrey Kondogbia, pilares diferenciales del proyecto, y sin el punto de confianza que da una racha consecutiva de victorias. Pero el conjunto de un Marcelino sin el foco de la destitución tan presente, se medirá a un rival también tomado por la inseguridad y la ausencia total de certezas. Separados por seis puestos pero a solo dos puntos de distancia, el Celta ocupa la última plaza de permanencia y encadena cuatro partidos sin conocer la victoria, con tres derrotas seguidas. El pesimismo local aumenta con la lesión de Iago Aspas, capitán, mejor jugador, goleador y talismán carismático de Balaídos. Con la clasificación comprimida, un triunfo o derrota en Vigo puede suponer el horizonte europeo o la amenaza directa del descenso.

Con toda seguridad, Marcelino retocará el once de la Copa del Rey y es presumible que Carlos Soler, Cheryshev, Neto y el cuarteto defensivo vuelvan a la titularidad. Jóvenes como Kang In Lee y Ferran Torres, destacados en la Copa, guardarán su turno en el banquillo como probables revulsivos en la segunda mitad y guardando reposo de cara a ser protagonistas de una Copa que vuelve a ser objetivo del Valencia.