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El objetivo es la Champions

Mes y medio haciéndose el remolón con el fichaje de Rafinha pero Correia firmado en una mañana

El objetivo es la Champions

Afortunadamente, ha concluido el mercado de verano. Un periodo, sobre todo en sus últimas tres semanas, de una tremenda toxicidad para el Valencia. Las injerencias del propietario, infame en la toma de decisiones una vez más, abren una herida que, con toda seguridad, no cicatrizará en tiempo y forma. Ahora que ya no hay que abordar la realización de fichajes ni utilizar al presidente invisible como intermediario con Singapur, solo cabe esperar el cese de las fricciones y que entre la pelotita. De lo contrario, y a pesar de lo que indiquen determinadas verdades públicas, la doble M tiene fecha de caducidad.

Peter Lim no ha respetado profesionalmente a Mateu Alemany ni a Marcelino García Toral. Es indigno que, después de un título de Copa del Rey y dos clasificaciones consecutivas para la Champions League, el dueño tome la decisión de vender a Rodrigo -incluso en el último día del libro de pases- y ni siquiera lo comunique a los dos principales ejecutivos deportivos que tiene en Mestalla. Faltar a la palabra y asegurar que no se opondría a la cesión de Rafinha para después vetar la operación a finales de agosto retrata al máximo accionista del Valencia. Mes y medio haciéndose el remolón con el fichaje del centrocampista del Barça pero la operación Correia firmada en una mañana. Una más. Nada nuevo bajo el sol.

Ahora bien, dicho esto y recién estrenado septiembre, hoy es día para otro tipo de análisis. Y lo cierto es que, atendiendo a los nombres, Marcelino tiene a sus órdenes una plantilla tan competitiva como la de la temporada pasada. Con el asterisco de la grave lesión de Cristiano Piccini y la carencia de ese jugador creativo (del que tampoco disponía en la 18/19), el club mantiene el nivel bajo palos, se ha reforzado con Jaume Costa tras la cesión de Lato al PSV, Mangala -en forma- mejora a Vezo, tendrá como cuarto delantero a Manu Vallejo en lugar de Sobrino y, en la maniobra económica más elevada, ha firmado a Maxi Gómez con la convicción de que el uruguayo ofrecerá prestaciones superiores a las de Santi Mina.

Rodrigo, a pesar de su deseo y el de Lim, se queda. Al menos hasta enero. Manteniendo el pasillo de seguridad (Garay/Gabriel-Kondogbia/Coquelin-Parejo-Rodrigo) y sin haber perdido jugadores muy importantes como Gayà o Carlos Soler, la obligación del Valencia sigue siendo la de acabar entre los cuatro primeros en Liga. A pesar de los pesares y viniendo de dónde venimos. Ese vuelve a ser el reto de Marcelino los próximos nueve meses. Recuperar mentalmente a la plantilla y perseverar en su marcado ADN competitivo. Capacidad tiene para conseguirlo.

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