Moisés Domínguez, Valencia

Anoche se eligió a su jurado. Mientras, la corte de honor de 2009 da sus primeros pasos hasta que, en cuatro semanas, ocupen el lugar de veneración, dotoreo, admiración, desprecio, envidia, cariño y cuantas sensaciones más se pueda imaginar que suscita una figura representativa que, pasan los años, y no deja indiferente a casi nadie. Sus nombres y sus andanzas ya llegan a todos los rincones de la fiesta.

Por ejemplo, Marta Agustín regresa ocho años después. Ya ha crecido la niña que estuvo en 2000 en la corte de Paloma Redondo. Sigue en su falla Avenida del Oeste, pero ahora confiesa su alergia al chocolate, su gusto por coleccionar etiquetas de ropa y el deseo inconfesable de ser piloto comercial. "Desde que subí a un avión por primera vez a los cinco años. Pero ahora ya no es un capricho de niña. De hecho, tenía claro que me iba al ejército. Mi madre me paró y hemos llegado a un trato: yo me saco una carrera para tener claro que me ganaré la vida y para eso estoy haciendo diseño industrial. En cuando la acabe, ella me paga los estudios de piloto".

Con su elección se mantiene la constante de siempre hay alguna ex infantil que repite en mayores. Y este año hay dos infantiles. La otra es Beatriz Monteagudo, una joven que tiene el peor cumpleaños posible, "el 22 de marzo, cuando nadie quiere fiesta" y que se encontró con la candidatura como regalo. "La que fue fallera mayor no quiso presentarse porque tiene más de 50 años". Eso sí, a ella le espera el trono de Quart Extramuros en el año 2011. Mientras, se queda con la condición de más jóven. "Para Consuelo soy Baby y para Marta Agustín soy Monty. Me van a tocar todos los diminutivos". Pero no parece asustarle a esta estudiante de enfermería. "Aquí, la más mayor tiene 26 años. El 2 de octubre empiezo prácticas en Urgencias de La Fe. Y los que voy a ver no tienen 25 años y lo que les pasa no tiene nada que ver".

De momento, no se la verá en atención al cliente y venta de billetes de la Estación del Norte. "Mi jefe me ha dicho que sólo vaya de visita. Y, eso sí, acompañada por la fallera mayor y el resto de la corte".

Sonia Cuenca ha oscilado entre San José de la Montaña-Teruel en su época infantil al actual Calixto III, una comisión poderosa en otros aspectos de la fiesta, pero que llevaba diez años sin chica o niña. Estudia psicología y se gana unos euros como azafata de congresos ocasional. El suyo puede que sea un caso único: por su condición de fallera mayor y mayor infantil, y porque tiene un tío compositor y un abuelo que se defiende con las letras, "tengo dos pasodobles a mi nombre". Si sale elegida fallera mayor tendría todo un record con la trilogía. Fuera de los ámbitos falleros se la puede ver llevando con mano firme el bou en corda en Turís. Ahora sueña con otro reto: "embolar el toro".

La chica de Proyecto Hombre

Mari Carmen Agustí es quien más se emocionó al ser nombrada, que además fue la penúltima en salir. La fallera de Eduardo Marquina redondeó una noche de coincidencias totales: "En la comisión sólo habíamos tenido una niña en la corte infantil, Ana Bueno. Es una de mis mejores amigas y se casaba esa misma noche. Estuvieron pendientes del veredicto y me cuentan que la fiesta que organizaron en el salón fue grande". Y bien entrada la noche comparecieron las dos en el casal: la fallera y la novia.

Con 26 años, es la más mayor lleva más de cinco años en Proyecto Hombre. "Trabajo con adolescentes de 13 a 24 años y con familias, tanto en prevención como en tratamiento, grupos de terapia, apoyo... es difícil imaginar cuanto aprendes y lo mucho que te dan". Lo suficiente como para hacer conocido lo que son problema de verdad "aunque también pueda entender que una se pueda angustiar porque, por ejemplo, se le ha roto un tacón. Pero todo lo que vivo me sirve para saber la suerte que tengo en la vida y me ayuda a valorarla mucho más".

La vida de Beatriz Soler parecía encaminada hacia la danza. Quedaron atrás los estudios en el conservatorio, con Mari Cruz Alcalá, un verano en Rusia "viendo como a las niñas de allí sólo les daban melocotones para comer", los cursillos con Alicia Alonso, con Nacho Duato y la opcíon de quedarse a vivir en Madrid, a lo que su madre dijo que no, que era demasiado niña para perderla. La echarán de menos los niños de la guardería Peter Pan, todo un referente en Russafa, que pertenece a su familia y donde ella se gana la vida. Estuvo unos años en la falla Obispo Amigó-Cuenca, pero ahora lo vive en Reino de Valencia-Císcar, su comisión materna. "Hago de todo. Soy la delegada de infantiles, pero igual estoy recogiendo carnets de identidad para las recompensas".

Las andanzas de Déborah Gimeno darían para escribir un libro sólo para ella. Ella es la que, de jovencita, le dijo a su abuelo que no comprara un décimo de lotería que acabó siendo un segundo premio. Ahora llegó a las pruebas con un edema óseo que la obligó a pasar todas las jornadas apoyándose con una muleta. Gana un puesto en la corte de honor y lo pierde la Junta Central Fallera, donde hacía sus pinitos en la delegación de recompensas. "El delegado, Luis Carlos Cortés, es de mi sector y me dijo que si quería entrar en la Junta".

"Destituida" de la secretaría

Ana Cuesta es una cara conocida para todo aquel que sintonice los informativos de Canal 9. "Tengo beca de un año". Anteriormente había sido voz de la información fallera en La 97.7 y hasta ha presentado el tiempo en Ciudad Ahora. Ahora, es la niña bonita en televisión. "Ya me han sugerido de ponerme una cámara en el moño para tener una nueva visión de lo que pasa en la corte". A esto acompaña una total identificación con su falla, Cádiz-Cura Femenía "que sólo había tenido una infantil antes de la elección democrática". Allí hace de todo "¡pero me han destituido como secretaria de la falla!". Al principio creía que iba en broma "hasta que me dijeron si no sabía donde me había metido. Y cuando lo piensas te das cuenta que tienen toda la razón".

Desde Sedaví y Massamagrell

Atrás quedan experiencias de Mireia Salcedo, como su participación en la Europeade con el Coro del colegio La Comarcal. Echará de menos las quedadas con las amigas a las cuatro de la tarde en su Sedaví natal. También el trabajo como higienista dental en la clínica de Charo Badal junto a las Torres de Serranos y, por extensión, junto a su falla, Blanquerías. "vaya dos años que llevamos. No habíamos tenido más que alguna preseleccionada". El salto de Sedaví a Blanquerías se produjo "porque mis padres son restauradores de antiguedades y de ese gremio hay muchos en la comisión".

El simil para Conselo Haro es demasiado fácil: trabaja en la administración de lotería La Buena Suerte, propiedad de la famiia y ya que ha repartido fortuna, ahora le ha tocado a ella. Pero es que lo primero es verdad: "nosotros vendimos el gordo de Navidad de 2003 y antes de nacer yo, también el del Niño". Esto es en Massamagrell, donde reside una mezcla procedente también de l´Alfàs del Pi, Altea, Villarrobledo. Ella salió la primera como final a todo tipo de tesis: "puntuación, azar, orden alfabético, de número, de ser sorpresa o no... ya nos hemos enterado que fue por decisón del jurado sin criterio de favoritismo".

Alba María Puigcerver todavía arrastra una infección subcutánea que, normalmente le hará pasar por el quirófano. "Posiblemente aproveche el puente del 9 de octubre para que me abran, me limpien y me dejen como nueva". Se autoproclama la reina de los despistes. "Sobre todo, de móviles, pero lo contagio: en la ofrenda como fallera mayor desfilé sin peineta. Pero es que me pusieron la mantilla y nadie se dio cuenta que ahí arriba faltaba algo. Y durante las pruebas, no he hecho más que olvidar, día tras día, el número de identificación". Su elección ha redondeado el mejor año posible para Maestro Gozalbo. "Este año ha salido todo redondo: dos primeros premios de falla y ahora esto".

Virginia Silla ha cambiado el traje de cola y la corona de reina de las fiestas de Buñol por el uniforme de la corte. Y solicitar el cargo por carta a pasar pruebas con un jurado. Han pasado cuatro años entre uno y otro reinado y sirve como recompensa a una familia que lo había intentado hasta en ocho ocasiones entre la madre, la hermana y ella misma. "Sé que era la última oportunidad para la familia. Esta vez sí que ha habido suerte. Yo me presenté de infantil por Espartero-Ramón y Cajál y no salí". Sus antepasados transitaron entre Castellón, Burjassot, Buñol y Valencia, por cosas de persecución de la guerra. Ahora son felices y mientras en casa se habla de fallas hace méritos con los estudios de ciencias ambientales en el despacho paterno de arquitectura.

Laura Company llevaba esperandolo todo. "No pude ser fallera mayor infantil de la comisión: perdí la votación y al año siguiente ya era demasiado alta y no me dejaron en casa. Disfruté lo de este año más aún". Pero en el pabellón lo pasó mal: fue la última en ser nombrada. "¿Cuando perdí la cuenta?. Creo que en la séptima. ¿Cuando perdí la esperanza?. Creo que cuando quedaban ya muy pocas. Recuperé algo de moral cuando nombraron a Mari Carmen la penúltima. Yo me hice mi propia historia: pensaba que igual me sacaban porque soy de una estatura parecida e igual las estaban nombrando por altura". Lo demás, lo previsto: "recuerdo que grité, que alguien me besó, que alguien me dijo que me limpiara la mejilla y salí".

Y en el Saler, acostumbrados a una vida sin sobresaltos, este año lograron un premio de falla infantil, para ellos todo un logro, y ahora se estrenan en la historia de la corte de la mano de Amparo Gallardo, una de las directivas de la falla, que comparte con su trabajo en la clínica dental de su padre, José Ramón Gallardo. Aunque vive en el barrio de la Exposición, pasa más de la mitad del año en El Saler. "De hecho, me considerado más de allí que de ninguna otra parte". Una alegría para una comisión que ahora es feliz "hasta el punto que me han dedicado canciones por la radio".