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Los vecinos de la plaza Antonio Cortis y sus alrededores se han llevado una gran decepción al saber que una vieja casa abandonada que les está amargando la vida desde hace 50 años no va a ser finalmente demolida. Cuando empezaron las obras del Plan Zapatero para mejorar las aceras de la Carrera Fuente de San Luis les comunicaron que la vivienda, ocupada ahora por varias familias rumanas, también sería derribada, pero el lunes les dijeron lo contrario, al parecer por un problema de amianto en las uralitas.

Según explicó Josefa Murcia, la vecina más directamente afectada por el problema, la casa data del año 1880 y en la actualidad es propiedad del Ayuntamiento, que la expropio, dice, con la idea de regenerar el barrio. "Cuando mis padres compraron este piso a finales de los años sesenta, ya les dijeron que iría fuera", dice.

Sin embargo, eso no ha ocurrido y en los últimos 40 ó 50 años sólo ha generado problemas a los vecinos, primero porque "ha sido ocupada por gente indeseable que ha provocado incendios y ha dejado los alrededores llenos de basura; y en segundo lugar porque la casa está prácticamente pegada a un edificio de la calle Ribelles Comín y los delincuentes pueden entrar por los balcones. De hecho, "ya ha habido por lo menos dos casos" y en todas las viviendas cercanas han tenido que colocar rejas.

Ante esta situación, los vecinos han denunciado el caso varias veces al Ayuntamiento, la primera vez en el año 1981. Pero nunca han tenido éxito. Las buenas noticias llegaron antes del verano. El consistorio, con fondos del Plan Zapatero, inició las obras de ampliación de las aceras de la Carrera Fuente de San Luis y los responsables de la contrata dijeron que la casa también sería derribada. Es más, "este fin de semana vino la policía y desalojó a dos o tres familias de rumanos que desde hace dos años se habían metido ahí", explica Teresa Guiñón, otra de las vecinas afectadas. Todo hacía indicar que su reivindicación sería atendida, pero el pasado lunes recibieron la noticia de que la casa finalmente no será derribada, al menos en estas obras. "Nos han dicho -explica- que la uralita tiene amianto y que debe ser retirada por expertos. El encargado dice que él lo tiene todo preparado para el derribo, pero, al parecer, es un problema burocrático", concluye.

Sea cual sea la explicación, la indignación ha corrido por el barrio. Los vecinos han empezado a colgar pancartas en sus balcones y anuncian escritos y movilizaciones. Después de 50 años de pelea no quieren más tomaduras de pelo.