El Ayuntamiento de Valencia ha abierto el remozado Jardín de Monforte después de quince meses de obras y con el muro perimetral intacto. Es más, la tapia que estaba llamada a convertirse en un verja abierta, se ha reforzado por dentro y se ha puesto en valor, todo lo contrario de lo que preveía la Concejalía de Jardines antes de que surgieran los problemas con el aparcamiento contiguo y se llevara a los juzgados al concejal de Urbanismo, finalmente absuelto de un delito de prevaricación.

Las obras de este jardín romántico, diseñado en 1959 por el arquitecto Sebastián Monleón, comenzaron a principios del año pasado y han costado alrededor de 1,3 millones de euros pagados con fondos del Plan Zapatero. La idea era recuperar la vegetación, la arquitectura y las esculturas de este espacio declarado Bien de Interés Cultural (BIC), espacio que incluye también un palacete utilizado en la actualidad para la celebración de bodas civiles.

El problema ha estado en las obras. De entrada, unos trabajos que debían durar cuatro meses han durado más de un año debido a la aparición de restos arqueológicos relacionados, básicamente, con la trama del antiguo Palacio de Ripalda. Eso ha mantenido cerrado el jardín y ha generado no pocas protestas de los novios que tenían la ilusión de hacerse las fotos allí mismo. Pero lo más chocante es que finalmente el derribo del muro perimetral, improvisado por el Ayuntamiento de Valencia ya con el proyecto en marcha, no se ha llevado a cabo. Es más, toda la tapia ha sido reforzada y puesta en valor.

Y es que la idea de tirar el muro ha sido un auténtico quebradero de cabeza para el equipo de Gobierno municipal. Desde el principio, tal idea recibió importantes críticas por parte de colectivos ecologistas y defensores del patrimonio, que veían en esta idea una pérdida de identidad del jardín romántico. También tuvo apoyos, entre ellos el del presidente del Consell Valencià de Cultura (CVC), Santiago Grisolía, que es vecino de la zona.

Pero lo peor fue descubrir que el muro iba a ser derribado para airear las plantas y contrarrestar la grave afección que le producía el aparcamiento construido en la calle Severo Ochoa, justo al lado del jardín. Y es que cuando se investigó aquella obra se comprobó que la Concejalía de Urbanismo había autorizado el proyecto sin pedir el preceptivo informe de la Dirección General de Patrimonio, lo que fue denunciado en el juzgado como presunto delito de prevaricación del concejal Jorge Bellver. El edil finalmente fue absuelto, pero la idea de derribar el muro no se ha recuperado. Muy al contrario, ha sido retirada del proyecto. Da la sensación de que nadie quiere oír hablar de ello y quizá por eso ahora la Concejalía de Jardínes, de la que es titular Lourdes Bernal, ha decidido abrir el jardín al público sin publicidad después de quince meses cerrado. Una obra que era muy esperada por los valencianos y, sobre todo, por los novios que se casan allí, unas trescientas parejas al año. La apertura tuvo lugar el pasado jueves y, de momento, no se ha pensado en una inauguración oficial.