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El Museo de Historia de Valencia (MhV) ha editado una publicación con las propuestas que un grupo de estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia han elaborado para la ampliación de este museo, un gran desconocido para muchos valencianos pese a llevar abierto una década. A través de los diseños se puede visualizar como podría reurbanizarse este espacio cultural ubicado en la frontera de Valencia con Mislata, junto al Parque de Cabecera y el complejo administrativo 9 d’Octubre.

La premisa de los estudiantes de arquitectura era «dar más visibilidad» a este museo, ubicado en un antiguo depósito de aguas reconvertido en contenedor cultural. Para hacerlo, los futuros arquitectos tenían que aprovechar la plaza que hay sobre el museo y los solares degradados que la rodean.

La exposición es fruto de un convenio entre el Ayuntamiento de Valencia y la Universidad Politécnica para llevar a cabo talleres que permitan a los estudiantes experimentar el modo en que la arquitectura puede mejorar los entornos urbanos.

El taller lo coordina, el director de la Escuela de Arquitectura, Vicente Mas, y este año se ha centrado en analizar una eventual ampliación del Museo de Historia. La propuesta básica es el aumento de la volumetría del museo a partir de la construcción de un edificio anexo aprovechando los espacios infrautilizados y degradados del entorno del antiguo depósito de aguas, ubicado a una cota inferior.

El museo necesita un edificio para actividades complementarias, almacenes, espacios expositivos y de didáctiva, biblioteca, oficinas e incluso cafeterías, explica el director del museo, Javier Martí, quien añade que a los estudiantes se les pidió que dieran respuestas para el urbanismo inacabado que rodea el museo y que es fruto de un planeamiento que no llegó a ejecutarse y que se enquistó cuando en 1988 el PGOU protegió el depósito de agua que, hasta entonces, estaba previsto derribar.

Entre las propuestas de la exposición destaca la de Marta Penedés, que propone para la ampliación un edificio a modo de claustro abierto cosido a la sala hipóstila y al Parque de Cabecera.

Una de las propuestas más atrevidas es la de Carla Serrano que plantea un edificio cuya estructura se quiebra para adaptarse a las medianeras y que conecta con el jardín del Turia a través de una gran pasarela.

La ampliación que proyecta Raquel Sola se inspira en un gran periscopio que dirige su mirada a la ciudad que le rodea.

Los responsables del museo confían en que la exposición sirva para abrir una reflexión sobre el futuro del museo y la conveniencia de hacer la ampliación. El MhV ha perdido visitantes, de casi 40.000 al año ha pasado a 20.000 debido en gran medida a los recortes en los centros escolares, el público principal del museo.

Un aumento de volumetría sin dañar la sala hipóstila

El Museo de Historia se ubica en el primer depósito de aguas potables de la ciudad, construido en 1850 por Ildefonso Cerdá y Leodegario Marchessaux. El edificio es una gran sala hipóstila con columnas y bóvedas de ladrilla que representa un interesante ejemplo de la arquitectura industrial valenciana y que está considerado la primera obra de ingeniería pública de la Valencia decimonónica. El PGOU de 1988 de Valencia protegió el edificio pero no llega a catalogarlo como Bien de Relevancia Local. Con todo y para no dañar la estructura de la sala hipóstila los proyectos de los estudiantes de arquitectura evitan recargar la estructura y reparten la edificabilidad en los laterales de la plaza. Al director del museo, cuya prioridad sería «resolver las medianeras» le gustan las propuestas que solventan esas llagas urbanísticas más que las propuestas vanguardistas. «Las veo más realistas», apunta Javier Martí quiere que el museo que dirige sea también un acicate en la transformación de la zona que, augura, «va a cambiar mucho con la apertura del centro administrativo 9 d’Octubre».

En el catálogo de la exposición, titulado «Espacios para la historia», se incluye una entrevista con Carme Pinós, una arquitecta que trabajó en el estudio de Enric Miralles y está especializada en la intervención en entornos urbanos degradados. Pinós hace una reflexión en la entrevista y dice que los museos se han convertido «casi en supermercados de arte, espacios cerrados sin ninguna relación con el exterior donde cualquier intervención arquitectónica se ve como una pretensión de excesivo protagonismo». A su juicio, la intervención en el MhV debe respetar el espacio público y la realidad social de la zona.