La tradición inmaculista en el histórico Reino de Valencia especialmente Valencia, Alzira y Ontinyent deviene de su pertenencia a los Estados de la Corona de Aragón, cuyos mandatarios eran defensores acérrimos de la creencia y legislaban destierro, cárcel y muerte contra quienes, sacerdotes incluidos, negaran la Purísima Concepción de María. Fueron las clarisas del Monasterio de Senyora Nostra de Puritat las que en 1502 fundaron la primera cofradía valenciana dedicada a la Inmaculada Concepción. La Universidad de Valencia juró en 1530 defender la «opinione Inmaculate Conceptionis Beatissimee Virginis Maríae».

En 1624, los miembros del Consell de la Ciutat de Valencia juraron que «la benaventurada Verge Maria Mare de Nostre Senyor Deu prevenint la gracia del sperit sanct fonch concebuda sens macula ni vestigi algun de pecat original». Un lienzo de Ridaura recuerda aquel juramento municipal. En 1706, el archiduque Carlos de Austria, en plena Guerra de Sucesión, proclamó a la Inmaculada Concepción Patrona del Reino de Valencia.

En 1762, recién fundado el Colegio de Abogados de Valencia, fue declarada patrona a la Inmaculada Concepción, y los colegiados que accedían al oficio estaban obligados por estatutos a jurar «defender que la Virgen María, Nuestra Señora y su Patrona, fue preservada de la original culpa». El arte valenciano está lleno de inmaculadas. En su interesantísimo libro «La Inmaculada Concepción en la historia, la literatura y el arte del pueblo valenciano» obra difícil de superar, Margarita Llorens Herrero y Miguel Ángel Catalá Gorgues incluyen un extenso catálogo analítico de obras valencianas que versan sobre la Purísima, en el que destacan como «paradigma y cima» de las representaciones pictóricas de la «tota pulchra» el óleo sobre tabla que se conserva en la Iglesia de la Compañía, obra de Juan de Juanes, a quien los Jesuitas le hicieron pintar hasta tres veces para conseguir la belleza que ellos entendían debía su rostro, noticia de una visión o aparición de la Virgen que tuvo uno de ellos.

La imagen, de rostro dulce y sereno, aparece siendo coronada por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, que la preservaron del pecado original y rodeada de simbología de las letanías lauretanas. Cerca de la Iglesia de la Compañía, junto a La Lonja, encontramos el «carrer de la Purissima», que tomó el nombre de la imagen callejera existente en el exterior de la antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús y que remitía al interior anunciando la Inmaculada de Juan de Juanes del interior del templo, que ha sobrevivido a múltiples avatares bélicos y políticos. Protegida por un cristal blindado en su altar, un reguero de gente suele pasar el día de su fiesta a contemplar y rezar a esta singularmente bella Inmaculada con todo su esplendor, una de las más bellas, obras pictóricas del patrimonio histórico artístico religioso valenciano.