Más de trescientos aficionados a las bicicletas clásicas participaron ayer en la Valencia Classic Ride 2015. Desde de principios del siglo XX hasta de los setenta, cualquier atuendo y velocípedo era válido.

En esta tercera edición se rememoró la Valencia del pintor Joaquín Sorolla en una ruta que acabó en el Cabanyal y a la que se unía al final del recorrido la plataforma Salvem El Cabanyal. Alberto Maraball, uno de los organizadores del evento, opinó que nadie hay mejor que el colectivo para mostrar el barrio. Además, insistió en la necesidad de conferir un tono reivindicativo a la celebración. «Vivimos en ciudades que son ilegales en cuanto a contaminación acústica y atmosférica. La bicicleta es un medio para cambiar este modelo de ciudad», afirmó.

El ilustrador Alfredo Ugarte, alias Urumo, vistió un uniforme militar adornado con medallas y que llevaba pinturas como munición. En la primera edición vino en calidad de dibujante pero al año siguiente ya se animó a participar. El hecho de que este año se escogiera a Sorolla como referencia y se trasladase la ruta a la playa le entusiasmó, y además él fue el encargado de diseñar los carteles promocionales. Explicó que la Classic Ride en Valencia es un reflejo de los eventos anglosajones como la 'ride' de Londres, cuya estela seguía, y que este año fue más valenciana. «El Cabanyal tiene un valor imprescindible, en Valencia tenemos un histórico importante de recuperación de barrios antiguos y llevamos tiempo esperando que suceda en el Cabanyal lo que ya hemos visto hacer en el Carmen y en Russafa», opinó. Otro asistente fue Carlos, que no se separó un momento de su Stayer alemana original. «Es la primera vez que vengo y me he emocionado, las bicicletas son mi vida desde hace muchísimos años», reveló entre lágrimas. Marisa, otra aficionada, llevó ayer su primera bicicleta. Se la compró en 1980 por 13.800 pesetas, con su primer sueldo recién acabadas las oposiciones a maestra. De pequeña no tuvo porque a su madre le daba miedo. Murió hace seis años y Marisa llevó ayer por primera vez sus ropas.

Para Luis y Moira, un matrimonio de forofos de las chopper y las clásicas, el evento recrea «una época muy bonita y romántica, la de nuestros padres y nuestros abuelos».