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Historia

La espada del Cid y el libro del bien y el mal del ayuntamiento medieval

La Casa de la Ciudad fue el primer Ayuntamiento de València, símbolo perdido de su esplendor

La espada del Cid y el libro del bien y el mal del ayuntamiento medieval

Nuevos detalles de la desaparecida Casa de la Ciudad, el edificio que durante más de cinco siglos fue sede de las instituciones forales de València y símbolo del poder municipal, salen a la luz. Hasta hace unos años solo había descripciones decimonónicas e idealizadas del que fue el primer Ayuntamiento de València, ubicado en la plaza de la Virgen, en la parcela que hoy ocupa el jardín del Palau de la Generalitat. El hallazgo aún reciente en el Archivo Histórico Municipal de València de la planta parcial del edificio ha aportado más información sobre la complejidad de este edificio fuera de escala, resultado de múltiples agregaciones y reformas llevadas a cabo entre los siglos XIV y XV y las primeras décadas del XVI. Así lo explica el investigador y profesor de arquitectura de la Universidad Politécnica de València, Federico Iborra, que el próximo martes, 22 de mayo, ofrecerá una conferencia sobre la Casa de la Ciudad en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.

Para Iborra, «es evidente que la primitiva Casa de la Ciudad constituía uno de los principales testimonios históricos del municipio, por lo que su derribo supuso una pérdida irremplazable para la arquitectura valenciana, pero no es menos cierto que, en su conjunto, distaba de ser un edificio ´bello´ desde los cánones clásicos». La Academia de San Carlos definió en 1856 el edificio como un «pastiche», lo que sumado a los problemas graves de estructura justificaron su demolición en 1860. Algo similar a lo ocurrido, salvando las distancias, con el salón de plenos de la diputación, desmantelado durante la reciente restauración del Palacio del Temple.

En el edificio, que algunos historiadores describen como «laberíntico» y donde se contaban «más de 70 escaleras», destacaban en su primera planta las estancias de la Sala Dorada; la Sala del Consell o Sala de los Ángeles, donde se celebraban los plenos; el Consell Secreto (que albergaba las reuniones ordinarias); el Racionalato o Casa del racional (el hombre de confianza del rey y responsable de las finanzas) y la capilla. Detrás de la capilla había una pequeña sala que guardaba en el siglo XV el «Llibre verd» o «Llibre del bé y del mal», donde se anotaban los hechos de alguna importancia y las personas que los habían protagonizado, siendo un registro de las acciones buenas y malas de los ciudadanos. Un libro que forma parte de la trama de la novela El encubierto, del escritor y periodista Vicent Boix (1813-1880).

En la planta baja se encontraban los tribunales, los calabozos y la cárcel para notables. La Sala Dorada se construyó en 1418 como espacio protocolario para grandes recepciones. Estaba decorada con lujo y pompa y entre los elementos descritos por los cronistas, en concreto por Zacarés y Velázquez, destacan la Tizona, la espada del Cid que supuestamente llevó Jaume I cuando entró en València, y que se exhibía en una urna de cristal a los pies del retrato del Rey Don Jaume que presidía esta sala. La imagen más representativa de la Sala Dorada es un conocido grabado de 1672 donde se ve la ataujía de nogal y el dosel gótico. El artesonado de madera policromado de la Sala Dorada es una de las pocas piezas de la Casa de la Ciudad que se salvó del derribo y está reubicado en la primera planta del Consulado del Mar de la Lonja.

Tras el incendio de 1586, el sobrio edificio medieval se reformó y adaptó al lenguaje renacentista. La fachada principal se caracterizaba por sus altas torres, su arcada renacentista y su gran balcón, elemento característico también del actual ayuntamiento.

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