Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lonas en el Pasaje Ripalda, donde existen varios comercios tradicionales. m.a.m

El pasaje Ripalda, de nuevo a rehabilitación

Acabados deficientes de la última restauración pasan factura a la bóveda de acero y cristal y obligan a instalar una lona de protección

Los propietarios del histórico Pasaje Ripalda (1889) han colocado lonas de protección bajo la cúpula de cristal y a lo largo de todo el pasillo de la galería, uno de los pocos enclaves de comercio tradicional y emblemático que sobrevive en València. La deficiente restauración llevada a cabo hace solo unos años ha pasado factura al que está considerado el primer pasaje comercial de la ciudad, construido a finales del siglo XIX a imagen de las suntuosas galerías comerciales que se diseñaban en Europa como la de Vittorio Emmanuele de Milán.

La comunidad de propietarios del pasaje encara ahora una nueva restauración de la bóveda, cuyo coste todavía está por evaluar. Está previsto reparar las juntas y reforzar la estructura de la cúpula que se ha deteriorado con el paso del tiempo. Aseguran que la lona se ha instalado por prevención y descartan el riesgo de desprendimiento porque la estructura de cristal está reforzada.

El pasaje Ripalda es uno de los hitos históricos del comercio en la capital. Su promotora fue Josefa Paulín, condesa de Ripalda, que encargó la construcción de una galería comercial al gusto europeo a pocos metros de la bulliciosa plaza del Mercado, centro comercial neurálgico de la ciudad a finales del siglo XIX. El encargo recayó sobre el arquitecto Joaquín Mª Arnau Miramón, adscrito a la escuela del romanticismo ecléctico valenciano, al que la condesa también había encargado la construcción de su residencia (el Palacete de Ripalda, desaparecido hace años) en el paseo de la Alameda. La condesa encomendó a su arquitecto de cabecera la construcción de un pasaje cubierto, que conectaría las antiguas plazas de Cajeros y de la Pelota (ahora de Mariano Benlliure).

El Pasaje Ripalda presenta claras influencias italianas y francesas. Determinante en esta configuración fue la estancia en Roma de Arnau tras terminar sus estudios en 1874. El arquitecto se empapó allí de la arquitectura italiana contemporánea donde destacan las galerías comerciales con viviendas como la dedicada a Vittorio Emmanuele, en Milán de 1865, o la de Humberto I en Nápoles de 1887.

Arnau reprodujo aquella arquitectura en València, aunque a menor escala. El Pasaje Ripalda es de modestas proporciones pero intentaba imitar con su lenguaje la opulencia de la arquitectura europea del momento, asegura la Guía de Arquitectura de València, del Colegio Territorial de Arquitectos.

La decoración ecléctica de las fachadas muestra elementos de distintas procedencias: desde clásicos (columnas corintias, pilastras dóricas o arcos de medio punto) a falsas mansardas y esculturas de remate importadas de la arquitectura francesa.

El pasaje está cubierto por una bóveda armada de acero y cristal y en él se diferencian las plantas baja y entresuelo, comerciales como en el resto de la calle San Vicente, de las plantas superiores con lujosas viviendas.

El pasaje ha sufrido importantes modificaciones, la mayor ta mediados del siglo XX, se debe a José Luis Testor, que proyectó una reforma global que suprimió la profusa decoración original, incorporando miradores y sobreelevó en una planta el edifico.

El pasaje albergó durante años el Gran Hotel Ripalda, el Café Inglés o el Café Hungría. El hotel se mantuvo abierto hasta principios de los años cuarenta, y a su cierre se reestructuró convirtiéndose en locales comerciales y viviendas.

A la entrada del pasaje hay un pequeño mosaico con el nombre del pasaje y el dibujo del Palacio de la Condesa de Ripalda que le da nombre en la puerta de acceso de la calle de San Vicente. El pasaje consta de planta baja, entresuelo, tres pisos y buhardilla. La cúpula acristalada se proyectó para dar la máxima iluminación para los comercios. En la actualidad en el pasaje sobreviven comercios históricos como Guantes Camps, que conserva la decoración de principios del siglo XX, con sus los mostradores y anaqueles de madera.

Los comercios actuales que han sobrevivido a la crisis conservan la esencia del pasaje, donde destacaba por su lujosa decoración la tienda de confección de la familia Oltra, con sus llamativas cristaleras en forma de cola de pavo real, atribuidas a Gaudí.

El Ayuntamiento de València ha catalogado el pasaje con nivel 2-3 de protección patrimonial (estructural y ambiental) y califica de «aceptable» su estado de conservación.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.