El dispensador de agua bendita ha llegado a la Basílica de la Virgen de los Desamparados y se suma, de esta manera, a otros templos como la Catedral o las iglesias de Monteolivete y San Felipe Neri. Las pilas bautismales con agua estancada donde cada cual metía la mano para después llevársela a la cara parecían un evidente foco de contagio y el Vaticano decidió recomendar a todos los templos del mundo que retiraran este sacramental de la entrada de iglesias y parroquias. Casi un año después de la recomendación vaticana, la empresa AquaSanctus desarrolló un dispensador que permite mojarse los dedos para santigüarse. El dispensador se acciona mediante un pedal y el agua no se acumula. El ingenio se ha exportado a otras ciudades y a lugares de peregrinación como Fátima o Lourdes.