Entre «la ciudad de València, tal como es en la actualidad, se la debemos al movimiento vecinal» y «el movimiento vecinal no puede continuar por el camino actual» hay una palabra de diferencia: tiempo. El tiempo y su paso inexorable. Por eso, el debate «Chequeo a la Participación en la Ciudad de València», promovido por el Ayuntamiento de València y Levante-EMV, con el patrocinio de Simetría-Imedes, terminó con una idea básica: el movimiento ciudadano es básico, pero requiere de un reseteado. Con la entrada de nuevos ciudadanos deseosos de participar en la mejora de la ciudad, con el empleo de nuevos métodos para comunicarse y con la necesidad de buscar nuevos temas que reivindicar. Porque la ciudad, y precisamente por esa batalla previa del movimiento vecinal, ya no reivindica elementos básicos, casi primitivos, que se reclamaban con fuerza en los años ochenta. Ahora el problema ya no es un semáforo, que una finca desagüe en una acequia o que una vía de tren parta por la mitad un barrio. «Hay que buscar nuevas banderas para mantener y alimentar el movimiento ciudadano». Un presente que se desmenuzó en un debate con la participación de María José Broseta, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de València, dos ex presidentes de la misma, Domingo Laborda y Asunción Marco; Juan Antonio Caballero, presidente de la Confederación de Asociaciones de Vecinos de la Comunitat Valenciana, y Andrea Escrivà, responsable del departamento de Desarrollo Territorial y Planificación Estratégica del Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible (Imedes).

Broseta entró en un debate casi de oficio: «la participación es un derecho que tiene la ciudadanía para relacionarse con las administraciones, pero yo le preguntaría a los políticos si verdaderamente se lo creen. Un pequeño grupo ciudadano puede cambiar el mundo y en el movimiento vecinal no sobra nadie. Faltan manos» y reconoció que «nos tenemos que modernizar todos».

Reconocía Domingo Laborda que, antaño, «era más fácil: cuando un niño se caía a una acequia ibas al alcalde y le decías que o lo arreglas o te lo traemos. Aquel era un movimiento ciudadano que luchaba con fuerza, que hacía grandes manifestaciones». ¿Cómo relanzarlo en una ciudad donde los niños ya no se caen a las acequias? «No hay una pócima mágica. La sociedad actual no está muy por esa lucha. Es más fácil movilizarse por un rapero encarcelado que por tener un barrio digno. Necesitamos acertar los objetivos y que las legislaciones ayuden y no sujeten». Asunción Marco reclamó reconocer que ya no hay monopolio. «Ahora hay otros movimientos que tienen derecho de participación. A lo mejor el movimiento vecinal debería intentar plantear problemas que están ahí. A lo mejor es la hora de los jóvenes y la vivienda. Y entonces esos mismo jóvenes se verán reflejados en el movimiento vecinal».

Nuevos repertorios que Juan Antonio Caballero aseguró que existen. «En la Confederación tenemos ochenta propuestas basadas en cohesión social, desarrollo sostenible y particiación, que son los mantras de la etapa actual, de la misma manera que antes un alcantarillado, un semáforo, nos movilizaba a todos. Esto nos resitúa». Y reclamó que, en ese nuevo contexto, en la ley de participación,«a alguien, que reunió a sindicatos, empresarios, consumidores... se le olvidó incluir a las asociaciones de vecinos». Apeló a que el espacio vecinal debe estar reconocido «en la Estrategia 2050. Tenemos que conseguir que todos esos que llevan la chapa en la solapa reconozca a los movimientos vecinales como actores principales. Porque somos tres mil asociaciones, cien federaciones y un millón de socios» en el conjunto del estado. «Ya no es cuestión de que haya un centro de salud, que lo hay, sino de que funcione como toca». Y apeló a otro aspecto no menos importante: el económico. «Las asociaciones han de ser útiles, pero las instituciones las deben considerar entidades de utilidad pública, incluyendo su financiación».

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Chequeo a la participación ciudadana en la Comunidad Valenciana

Andrea Escribà representa una de esas nuevas herramientas para la particiación y el cambio. «Hay un cambio de actitud de la administración, que se ha dado cuenta de que la toma de decisiones y la percepción de la ciudadanía debe coincidir con las de la administración. Las soluciones colectivas son fortalezas. Nosotros hemos tomado parte en instrumentos como los presupuestos participativos. A necesidades colectivas hay que encontrar soluciones colectivas». Y recordó esa necesidad de refresco en formas y modos. «Que los jóvenes sean poco participativos en el movimiento vecinal no quiere decir que no sean comprometidos. Pero necesitan los canales de comunicación y las herramientas adecuadas para acceder».

Presupuestos participativos. Un hueco por el que, se reconoció, debe tener arte y parte el movimiento vecinal. La propia Andrea Escrivà apuntó a que las asociaciones «hagan de filtro de las propuesta, no sólo los funcionarios municipales». Pero los representantes vecinales tienen dudas. «Que en una ciudad de 800.000 personas voten mil es señal de que hay que mejorar mucho» aseguró Broseta. Mientras Asunción Marco señalaba luces y sombras: «la reforma del Mercado de Rojas Clemente y el arco del Chinatown».

Caballero fue muy duro: «no podemos llamar presupuesto participativo a lo que no lo es. No engañemos a la ciudadanía. Es un proceso que está bien por la digitalización, pero no se cuenta con las organizaciones vecinales, que no tienen capacidad de influencia. Hay cosas que son infumables, movidas por lobbis. Reclamo otra concepción. Si no, tres amigos logran algo y una asociación vecinal queda fuera de juego». Un argumento que, después, la concejala de Participación, Elisa Valía, replicaría en el turno de conclusiones.

Valía: «si no se moviliza a cuarenta personas, hay que reflexionar»

La concejala de Participación Ciudadana, Elisa Valía, cerró el acto de análisis y reflexión con un llamamiento al movimiento vecinal. Que tiene mucho que ver con la necesidad que tiene de volver a ponerse en valor. La edila también aprovechó para remarcar que el consistorio tiene sus puertas abiertas de par en par al movimiento ciudadano.

Elisa Valía, durante su intervención

No cabe duda que un dardo en toda regla llegó cuando los representantes vecinales cuestionaban la mecánica de los Presupuestos Participativos, que deja la puerta abierta a que se aprueben medidas con pocos o muy pocos votos, «cuarenta votos», como se acuñó. A esa queja, en turno de réplica, la concejala aseguró: «no nos podemos quejar de que una propuesta haya salido adelante por 40 votos. Eso tiene que llevar a una reflexión al movimiento vecinal: si yo no soy capaz de movilizar a cuarenta personas, me lo tengo que mirar y pensar qué está pasando». Y recordó, en ese sentido, que «DecidimVLC no anula la actuación de las asociaciones. Los compromisos son el resultado de reuniones con las asociaciones de un barrio. Son trabajos conjuntos. Cuando yo me he reunido y hemos llegado a acuerdos no es cuestión de quedarse con el resultado, sino con todo el proceso».

Valía recordó que «las asociaciones de vecinos sois los únicos que podeis capitalizar el debate porque tenéis algo que ninguna asociación dispone: la transversalidad. Pero hay que ir y hay que estar en las juntas de distrito, que son lugares de reflexión y presenciales, de donde salen los debates y las reclamaciones».

"Las asociaciones de vecinos tienen en el debate algo que ninguna otra dispone: transversalidad"

La concejala se unió al coro que reclama una modernización. «Evidentemente, muchas cosas han cambiado con la globalización, con internet... Pensar que nos va a afectar a todos menos al movimiento ciudadano es imposible. Ahora mismo hay más posibilidades de participación que no se pueden menospreciar. Incluyendo las que ayudan a conciliar. Además, va a ir a más. No podemos olvidar que esto no tiene vuelta a trás. Y cuantos más canales haya para movernos en las reivindicaciones ciudadanas, mejor».

«Tercera persona» no deseada

Y como la parte institucional siempre está «al otro lado» del debate, Elisa Valía reclamó que ese prejuicio debe ser demolido. «No me gusta que la gente hable de la política en tercera persona. Me gusta pensar que hacer política no sólo corresponde al ayuntamiento, sino a todos. Yo hacía política desde fuera, antes de ser concejala. Porque la participación es eso». Y precisamente con motivo del homenaje a Sol Romeu, reivindicó el papel de los protagonistas del movimiento vecinal: «Siempre estaremos en deuda con las personas que dieron un paso al frente. No se entendería la València de 2021 sin el trabajo de esas personas que lo hicieron y lo siguen haciendo. Esos ojos de la ciudad, que están a pie de calle, atentos a los cambios sociales, que identifican problemas y proponen soluciones. Su aportación es incalculable en cada barrio y en cada calle».

Pindado: «necesitamos construir nuevas narrativas e ideas»

Una ponencia destacada en el encuentro sobre participación corrió a cargo de Fernando Pindado, profesor colaborador del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Barcelona y consultor en políticas públicas, acción comunitaria y participación ciudadana. Él fue quien planteó la posibilidad de «si el sistema está acabado», en referencia a la Asociación de Vecinos como ente que articula la voz del ciudadano a la hora de visibilizar problemas. «Debemos tomar conciencia de que la política no sólo es de quienes hacen las políticas, sino que la hacemos los ciudadanos con la vida diaria. Lo hicieron las asociaciones de vecinos». Necesitaban un semáforo, un jardín, y lo reivindicaban. Se concentraban o se manifestaban. Pero Pindado advierte que «ese sistema está en riesgo porque no hay una misma capacidad de convocatoria. Como ciudadano debo comprometerme a construir colectivos que ayuden. La comunidad necesita morotes sociales, que la gente se sienta activa y partícipe». Pero ¿es el sistema tradicional el correcto?. Recordó que «el movimiento social se mueve» pero que, en este caso, lo que hace falta es «construir nuevas narrativas e ideas. Necesitamos ideas y proyectos nuevos».

También apeló Pindado a la necesaria colaboración institucional, a pesar de los pesares. «Mi llamamiento es al sector asociativo, pero también al ayuntamiento. Que no se queden en el pasado, en los sistemas de los años ochenta. Abran canales nuevos y, en el caso de las instituciones, les tengo que pedir que sean permeables y escuchen, aunque no guste lo que escuchen».