El 35 aniversario del Jardín del Turia tendrá como acto central el homenaje al parque y a quienes lo hicieron posible que ha organizado Levante-EMV el próximo jueves, 2 de junio, en el auditorio Mar Rojo del Oceanogràfic, con entrada libre y a partir de las 17.30 horas. Un acto que cuenta con el patrocinio y la colaboración de la Concejalía de Participación Ciudadana, Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible, OAM de Parques, Jardines y Biodiversidad Urbana, Colegio Oficial de Arquitectos y Oceanogràfic.

El gran polideportivo al aire libre

Uno de los aspectos que se subrayan en la conversión del cauce en Jardín del Turia es la creación del mayor polideportivo al aire libre que se pueda imaginar. La conversión del lecho del río en un espacio pacificado permitió dotar a la ciudad de unas instalaciones deportivas con las que no contaba. En un periodo de crecimiento de la cultura del deporte, en una ciudad sin casi equipamiento, el jardín del Turia se fue enriqueciendo para acabar siendo el gran gimnasio de los valencianos. Con la ventaja de acudir desde gran cantidad de barrios por ser una instalación «a lo largo».

El gran polideportivo al aire libre

Antiguas fotografías muestran que el cauce albergaba algunas prácticas cuando no era más que un cauce. Hay hasta incunables de intrépidos piragüistas. Pero si con alguna imagen va ligado el cauce antes de su reconversión, es con los campos de fútbol terrero de Serranos. Fútbol de rodillas peladas. A esto se le unía si lo consideráramos deporte, su punto de pesca de las piezas que nadaban en el exiguo cauce.

Todo cambió con la conversión del río en jardín. Y así, paulatinamente, se han ido incorporando los equipamientos. Tanto, que en un hipotético sueño de València olímpica, el Jardín del Turia era escenario de no pocas pruebas, un hilo que conectara Feria de Muestras-Velódromo y el Puerto Olímpico.

Pero una cosa es la ciencia ficción y otra la realidad. En los tramos I y II aparecen las primeras canchas. Petanca, patinaje, tenis de mesa, baloncesto, fútbol sala y el campo de El Rumbo, uno de los últimos en transformarse en lo que va a ser una nota predominante: el césped artificial, que alfombra de verdes oscuros las fotografías aéreas.

En el Tramo III se encuentra una de las instalaciones emblemáticas, aunque de aspecto sean modesta: el Estadio del Turia. Es el sueño no materializado de los Juegos del Mediterráneo. Pero es la sede en la que se hizo grande el València Terra i Mar y que ha acogido dos récords absolutos de atletismo: el de 10.000 metros de Cheptegei y el de 5.000 de Gidey. Las marcas del ugandés y la etíope continúan en las estadísticas de la IAAF con el lema «Estadio de Atletismo del Turia, Valencia (ESP)».

A pesar de su modestia, el estadio ha acogido finales de carreras populares, competiciones nacionales e introdujo el fútbol americano de alto nivel. Y en sus pistas azules se han desarrollado infinidad de pequeñas grandes carreras con toda suerte de campeonatos escolares. En los aledaños se han organizado carreras de campo a través y de ciclocross.

Y el rugby se hizo grande

El río permitió desarrollar deportes que ya tenían implantación en la ciudad, pero que encontraron aquí sus primeras instalaciones de cierta categoría. Es lo que sucedió con el rugby y su campo del Tramo V, donde el balón oval sigue rodando.

En el tramo VI se llevó a cabo una remodelación integral para disponer de un campo de béisbol que ya ha albergado el triunfo en la división de honor tanto de chicos como de chicas. Tres diamantes en uno -béisbol, sofbol y escuela- generan una de las imágenes que eran un clásico del fútbol-río: el público, en los pretiles de las márgenes del río, contemplando el espectáculo deportivo de turno.

A partir de ahí, la oferta deportiva decae. Es el turno del paseante. Pero no por ello desaparece: escalada deportiva el Puente de Aragón; patinaje en los jardines del Palau -no reglados en «pista», pero casi tomados por asalto- y el skatepark del Gulliver junto con el vetusto minigolf.

Llegados al tramo junto a las torres de Serranos están los campos de fútbol. Abandonado el que quedaba de tierra, y que utilizaba la comunidad iberoamericana los domingos por la tarde. Dos campos de hierba artificial son la versión moderna del fútbol-río que ha pervivido durante generaciones. A estos dos hay que añadir el campo de nuevo cuño del puente de la Exposición. Entre ambos una pista de parkour rinde homenaje para deportistas callejeros.

El circuito 5K, la última joya

Pero ninguna práctica es igualable a la que se lleva a cabo todos los días del año a casi todas horas: la carrera a pie. Es el «runner» el que le ha dado al particular Central Park su razón de ser. No es de extrañar que, finalmente, la Fundación Trinidad Alfonso acabar a por generar un hilo conductor, que es la otra gran joya del río: el circuito 5K, una vena deportiva que recorre gran parte del trazado. Que permite olvidarse de los antiguos cuadratines de distancias kilométricas entre puentes que se intercambiaban los corredores cuando el «running» ya era una fiebre. De forma paralela, el carril bici, pensado para un esfuerzo menos intenso, pero que también es deporte, discurre por caminos hermanos.

La postal del maratón

Y junto al deporte popular, los grandes acontecimientos. Tampoco se entiende el deporte del Jardín del Turia sin el escenario de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. En el que, al final, el más reconocible y perdurable es el más sostenible: el maratón de los récords, con su final sobre el agua. También pasaron por allí la hípica y el tenis.