Alejandro Colomar habla de la misma manera que se enfrenta a su día a día: imperturbable. Es el joven informático de 29 años nacido en Aldaia que ha acudido este martes a los juzgados de València totalmente desnudo: "Lo he hecho para reivindicarme y para rebelarme contra todos los problemas que me ha ocasionado la justicia con el naturismo, un tema que es hoy en día legal", anuncia a Levante-EMV tras varias llamadas con el teléfono apagado.

El desnudo, a lo largo de la historia, ha valido como modo de expresión y comunicación: Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban, reza uno de los primeros versículos del Génesis, el primer libro de la Biblia. La historia del desnudo fotográfico también entronca una línea de pensadores de la talla de Kenneth Clark, John Berger o Lynda Nead. Pero Colomar únicamente lo hace por su "libertad": "Casi no me he parado a pensar por qué lo hago, simplemente porque es legal y ya no supone un escándalo público para la ley", expone.

Según explica, el naturismo es una forma de vida y, en contraposición, el nudismo es solamente una forma de estar. Es decir, un naturista se presenta desnudo en cuerpo y mente, el nudista solamente en el cuerpo. Y la Federación Internacional de Naturismo (I.N.F.) incide mucho en el respeto al vecino y al medio ambiente: "Cuando me puse en contacto con la Federación Española de Naturismo, no me apoyó, no me quiso ayudar de ninguna manera debido a los problemas que tenía con la justicia".

Alejandro parece que sonría casi imperceptiblemente al otro lado del teléfono, con una mueca cínica y despreocupada: "Indirectamente la gente ve mi cuerpo desnudo, pero no es mi intención". "Ahora vivo con mi madre, pero en un futuro me gustaría vivir en el campo, en plena naturaleza y rodeado de animales para ir siempre desnudo, tal como éramos antiguamente. Serra, por ejemplo, sería un buen pueblo para vivir". A la pregunta de qué le dice su madre sobre su naturismo, responde que "al principio le agobiaba verme así, pero ahora lo ha aceptado y me apoya".

Alejandro no tiene coche, no ve apenas la televisión y no le gustan los centros comerciales: "Me desplazo con mi bici y una de mis pasiones es trabajar en un huerto ecológico a las afueras de Aldaia", reconoce. Precisamente, de camino a su campo, hay un colegio y varios padres -cuenta- le han "amenazado de muerte" por ir desnudo: "No les hago caso, voy a la mía, pero hay una querella puesta también".

El joven informático, que trabaja en casa, revela que para ir a hacer la compra o para salir a un restaurante sí que se viste, pero si va a la playa, a hacer deporte, especialmente escalada, o a cenar a casa de sus amigos sí que practica la desnudez.

Un precedente de Alejandro Colomar es el ciudadano británico Stephen Peter Gough, llamado "El excursionista desnudo", quien pasó más de siete años en la cárcel por ir siempre desnudo en público (desde mayo de 2006 a octubre de 2012 solamente pasó siete días en libertad).

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró en 2014 que la desnudez forma parte de la Libertad de Expresión (Art. 18 de la Declaración Universal) y que, por tanto, está amparada por el Artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos. Así, la desnudez es un derecho humano recogido, al menos, en el derecho a la Libertad de Expresión, aunque la competencia para establecer si es legal o no se le deja en parte a los ayuntamientos de cada municipio a través de sus ordenanzas.