En la València futurible que nos vendió el alcalde, Joan Ribó, en el pasado debate del Estado de la Ciudad olvidó hacer ninguna referencia al que, a mi juicio, es uno de los grandes problemas de nuestra ciudad en los próximos años: el de la vivienda.

Y lo va a ser precisamente por los dos grandes males que arrastra en las dos legislaturas en las que ha estado al frente de su equipo de gobierno: la falta de previsión y la falta de gestión.

En este momento hay en València un exceso de demanda sobre la oferta y unos precios salvajes. Como muestra, el precio por metro cuadrado de vivienda libre ha aumentado un 17,5 % en un año y un 18,1% en el caso del alquiler. Subidas que no se han dado en ciudades similares como Zaragoza, Sevilla o Murcia.

Por ir más al detalle, según el portal ldealista, el precio del alquiler en València el pasado mes de septiembre era ya de 10,05 euros el m2. Es decir, para una vivienda de 80 m2 el coste sería de 804 euros al mes y de 603 para una de 60 m2.

Para un joven que cobra 908,58 euros al mes -según la renta per capita neta en 2021 para quienes tienen entre 16 y 21 años-, ¿son asumibles estos precios? ¿Puede siquiera soñar con alquilar un piso para emanciparse? Por descontado que no.

Continuando con los jóvenes como referencia, advertí en el debate que en los próximos años harán falta 80.000 viviendas, solo para este colectivo. Eso sin contar otros demandantes como los que tengan que buscar un piso nuevo tras una separación o divorcio o todo ese talento que queremos retener en el desarrollo de La Marina, por ejemplo.

Frente a esta demanda, los promotores estiman unas 15.000 viviendas para los próximos años en València y a las que se pueden sumar otros 57.195 pisos vacíos que, según el último censo del INE, hay en la ciudad. Aún así, las cifras no casan.

¿Y cuál ha sido la capacidad de previsión y, peor aún, cuál ha sido la gestión del equipo de Ribó? Pues que el edificio para 100 viviendas en Quatre Carreres que promovieron todavía en la primera legislatura se ha quedado tan solo en un estudio. Igualmente, ha quedado paralizada en ese mismo distrito la venta de cuatro parcelas y, por supuesto, tampoco se ha iniciado la construcción de sendos edificios en el PAI del Camino Hondo o en el de la calle Juristas. Para ser justos, solo se ha adquirido hace unas semanas un edificio en la calle Compromiso de Caspe.

¿Dónde están entonces las 327 nuevas viviendas que Compromís y el PSOE de València prometieron a bombo y platillo cuando llegaron al gobierno local? Porque lo cierto es que solo han iniciado las dos fincas de Moreras y la de Malva-rosa que, en total, apenas supondrán 180 viviendas y que no se sabe cuántas se acabarán dentro todavía de esta segunda legislatura y, por ende, en sus ocho años de gobierno.

¿Qué lectura se extrae de todo ello? Que buena parte de estos demandantes de vivienda se verán abocados a buscarla fuera de València, en el área metropolitana. Y es lamentable que esa falta de previsión y gestión esté expulsando a nuestros jóvenes fuera de la ciudad.

Y el problema no es solo para los jóvenes. Ahora mismo hay más de 2.500 personas inscritas en el registro a la espera de una vivienda de alquiler social, para las que el ayuntamiento solo tiene 163 que, además, ya están concedidas.

Podría ofertar también para alquiler social las 164 casas que tiene en propiedad solo en el Cabanyal-Canyamelar, sobre todo porque 136 de ellas están vacías. Pero tampoco lo ha previsto.

Y si hablamos de los mayores, tenemos un déficit de más de 5.700 plazas residenciales para cumplir la recomendación de la OMS. Déficit que han pretendido ‘paliar’ creando en siete años 180 plazas residenciales. Ni una más, porque en los presupuestos de este año no han previsto ni un euro para la construcción o para la cesión de solares para residencias de barrio. Ni siquiera en un año electoral. Este es su interés con las personas mayores.

Y los hay todavía en peores circunstancias, porque, ahora mismo, hay más de 750 personas en València durmiendo en la calle, a los que hay que sumar 550 que malviven en asentamientos segregados, entiéndase por ello chabolas, tiendas de campaña, etc., además de otros 700 que lo hacen en infraviviendas. En total, València cuenta con 2.000 personas sin hogar o sin un hogar digno.

¿Nuestra ciudad tiene o no un problema con la vivienda, señor Ribó? Pues, durante su discurso inicial, sin límite de tiempo, este problema no mereció ni una triste mención y solo en la réplica admitió que sí, que en Valencia hay un problema de vivienda y que le hubiera gustado hacer más.

Ese es el drama. Que tras dos legislaturas solo nos han ofrecido la peor gestión que se pueda imaginar para el que va a ser el mayor problema de los valencianos. Y lo dijo sin sonrojarse.

Por eso, nosotros presentaremos una batería de medidas en el próximo pleno de noviembre encaminadas a destensar los precios de la vivienda que se están generando por un exceso de demanda sobre la oferta existente. Previsión y buena gestión, esta es la clave de un buen gobierno.