La falla municipal tuvo una cremà larga, tanto como el castillo, que le estuvo acompañando durante mucho tiempo, cuando ya era una tea. Primero ardió el «colom» que estaba en alto. Por cierto, con algo de humo negro, que una cosa es que el material sea ecológico y otra que arda y eche residuos. En cualquier caso, las llamas fueron altas y nítidas y se pudo ver la destrucción paulatina del arte efímero, en el que las alas resistieron bastante y, una vez peladas de lo modelado, mantuvieron una bella composición, con las alas, ahora ya de madera, resistieron durante bastantes minutos. Había mucha carpintería y eso dilató la quema hasta que las torres no pudieron resistir más, aunque para entonces ya habían finalizado incluso los himnos.

Ver noticia completa