El enólogo Tomás Cusiné destila el terruño de la comarca de Les Garrigues, en Lleida, a través de los viñedos de La Pobla de Cérvoles, un pequeño municipio enclavado en las intrincadas sierras que se alzan entre las llanuras de las cuencas del Ebro y del Segre. Los caprichos de la naturaleza han configurado aquí una isla de paisaje agreste de bosque mediterráneo, a una altitud que supera los 700 metros.

Los vientos de origen marino llegan por las tardes para suavizar los rigores del sol en el estío, la influencia continental refresca las noches y un suelo conformado por gravas y arcillas mantiene el equilibrio hídrico . Pero nada de esto asegura una buena cosecha, ni mucho menos el conseguir un gran vino si no se tiene la sensibilidad, la voluntad y la habilidad para hacerlo.

En la actualidad, Cusiné es el impulsor de la bodega familiar que tiene su centro de operaciones en la sede de Castell del Remei. Desde allí también distribuyen los vinos de otras dos bodegas, Cara Nord y la que lleva el nombre del propio Tomás Cusiné. En Cérvoles Celler ocupan 55 hectáreas distribuidas en 12 parcelas en las que trabajan con métodos de viticultura ecológica, vendimia manual y alta exposición foliar.

La Macabeo es una de las castas de vid más arraigadas en estas tierras y la Chardonnay es conocida en la zona desde que fue introducida en España. Con ellas hace el Cérvoles Blanc (2016), un fermentado en barrica con 8 meses de crianza que cautiva desde el principio con su intenso aroma, que evoca una amplia paleta de frutas maduras (albaricoque, piña, maracuyá), especias dulces y ahumados. En el paladar destaca su equilibrio, es potente, goloso, con buena acidez, vuelve la sensación a fruta de hueso y frutos secos. Una delicia de vino que es referencia de su DO, Costers del Segre.