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Confiesa que apuñaló a su pareja y alega que la degolló después para que no sufriera

Un exmarine holandés admite que asesinó a su pareja y tiró el cadáver a un contenedor en Moraira ante el jurado, pero enmascara sus motivos

El acusado, a la derecha de la imagen, con su abogado, ayer, al inicio del juicio en la Audiencia de Alicante.

Un acusado de un asesinato machista en Moraira admitió ayer su crimen, pero con matices, en el inicio del juicio con jurado popular en la Audiencia de Alicante. Tras acuchillarla en hasta 16 ocasiones, le cortó la yugular con el mismo cuchillo, según él «para que no sufriera». Los hechos ocurrieron el 15 de febrero de 2020 en la inmobiliaria que regentaba el acusado, en Moraira, tras una discusión en una noche en la que agresor había estado siguiendo a su víctima por varios bares del municipio. El cadáver permaneció casi todo el fin de semana en el interior del establecimiento, que estaba cerrado al público, y a primera hora del lunes lo arrojó a un contenedor de basura en el otro extremo de la localidad.

El procesado Arthur K., un exmarine de nacionalidad holandesa, se declaró culpable del asesinato pero alegó justificaciones a su crimen machista, como que «perdió la cabeza tras una discusión por celos» y que tenía sus capacidades afectadas por el consumo de alcohol y cocaína. Una confesión parcial en la únicamente se limitó a responder a las preguntas de su abogado, Francisco Galiana Botella. «He cometido una falta muy grave. He matado a una persona y no tengo excusa para ello. Nunca debí haberlo hecho», aseguró el procesado al inicio de su declaración.

Tanto la Fiscalía como las acusaciones reclaman 25 años de prisión. Antes del juicio, las partes estuvieron negociando una posible conformidad, que suponía una rebaja hasta los 17 años de cárcel para el acusado. Un acuerdo al que no accedió la acusación particular que ejerce la madre de la mujer asesinada. En el juicio están personadas otras dos acusaciones más en nombre de cada uno de los dos hijos que tenía la víctima; así como la Generalitat. Las acusaciones coincidieron en señalar que estaban para garantizar que el asesino pasara el mayor tiempo que le corresponda en la cárcel. Desde el Ministerio Público, se le acusa de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento y las agravantes de género y parentesco.

Pretende acreditar un arrebato

Inicialmente, la defensa reclamaba cinco años de cárcel por un delito de homicidio con las atenuantes de embriaguez y arrebato. El acusado se acogió a su derecho a contestar solo a las preguntas de su letrado, en un interrogatorio en el que confirmó la confesión que había hecho en su día ante la Guardia Civil y ante el juzgado tras entregarse una vez las investigaciones estaban ya centradas en él. Acusado y víctima, de 61 y 35 años de edad respectivamente, mantenían una relación sentimental desde hacía un año y medio y vivían juntos con el hijo de ésta, de diez años de edad.

Según la versión del procesado, esa noche tuvo una discusión en un bar con su pareja al recriminarle éste unos besos. Pese a esta pelea inicial, el acusado mantiene que ambos se fueron juntos a la inmobiliaria a consumir drogas y que mientras ella se estaba lavando en las manos en el cuarto de baño del local, empezó a reírse de él, siempre según lo que él dice que pasó. «Algo estalló en mi cabeza y me fui a por un cuchillo que guardábamos en la sala de reuniones», dijo. A continuación, le clavó una primera puñalada en la espalda, momento en que ella se dio la vuelta y recibió otra puñalada más. Según relató, en ese momento comenzó un forcejeo entre los dos, hasta que ella se acabó desplomando y el procesado cayó al suelo con ella. El procesado dijo que en ese momento vio el alcance de las heridas. «Estaba muy mal y yo le corté el cuello para que no sufriera», alegó el asesino confeso mientras, según su versión, le decía: «lo siento, Alina, lo siento».

El acusado sostiene que en ese momento estaba «fuera de la realidad» y que no se le ocurrió otra cosa más que marcharse hasta Benidorm, donde esa misma noche siguió drogándose y bebiendo. Al día siguiente fue a la inmobiliaria, todavía cerrada porque era domingo, y encontró allí el cadáver en el suelo. «Entré en pánico», argumenta. A continuación fue a un supermercado y se hizo con varios productos de limpieza para eliminar los restos de sangre, así como cinta americana con las que aseguró las sábanas en las que envolvió el cuerpo. A primera hora del lunes llevó el cuerpo hasta una zona de contenedores en el otro extremo de la población y lo arrojó a un contenedor. El procesado aseguró que se entregó a la Guardia Civil por arrepentimiento y que ante el juzgado de Instrucción pidió que le metieran en la cárcel. 

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