No sólo hay que ´limpiar´ el nombre de la calles, también las propias calles. Hace 13 años que llegué desde Ontinyent a Valencia, tiempo suficiente para darme cuenta de que no todos los valencianos tenemos los mismos derechos (independientemente del gobierno que haya). Vivo en la calle Samuel Ros, y está claro que hoy, en pleno siglo XXI, podemos seguir hablando de gente de primera y gente de segunda, ¿o debo de hablar de una falsa imagen que se quiere vender de la ciudad a la gente que la visita?

Diariamente, paseo con mi perro por esta calle hasta llegar al río, y me llama la atención la suciedad que encuentro en el tramo en el que vivo, en comparación al que se halla más cerca del centro comercial y la Ciudad de las Artes y las Ciencias. ¡Qué casualidad, ¿no?!

Ahora resulta que mis impuestos valen menos que los de algunos vecinos de mi calle. ¿Cuestión de clases? ¡Qué triste sería si fuese ése el motivo!

Soy profesora, y tengo la posibilidad de ver cada día, que el ser más o menos ´limpio´" no depende del nivel económico. ¿Por qué entonces se intenta mostrar una imagen distinta a la sociedad? ¿Quien más tiene menos ensucia? ¿Quién se cree esa falacia? ¿Qué intereses hay detrás de ella? Paula Gil. Valencia.