El pasado catorce de julio me desayuné con la noticia publicada en este diario titulada «Una edil de Guanyem Catarroja ve algo positivo en la muerte del torero Víctor Barrio». Desafortunadamente, ésta no ha sido la única manifestación en las redes sociales en la que se ha celebrado la muerte del matador en Teruel. Si de por sí resulta indigno que se celebre el fallecimiento de un ser humano, resulta más llamativo si se hace bajo la etiqueta de «animalista». Es una terrible contradicción que aquellos que dicen defender a los animales se alegren de la muerte de una persona. La sensación de impunidad con la que creen obrar aquellos que insultan y vejan a través de redes sociales produce una preocupante banalización que termina por generar una espiral de deshumanización altamente preocupante.

La deshumanización es el paso necesario para generar odio gratuito. Odio que, en ese caso, dispara contra la fiesta nacional y todo lo que tenga que ver con ella. Odio como forma de hacer política de conflicto, ésa en la que sólo existe el conmigo o el contra mí. Odio sectario que pasa por encima del respeto de quien piensa diferente y de la libertad como piedra angular de la convivencia.

La tolerancia como forma de ejercitar el respeto debería entenderse como la hoja de ruta de cualquier político. Lamentablemente, desde hace tiempo se ha colocado a la tauromaquia en la diana más que por cuestiones animalistas, por la relación que se establece con los toros como símbolo de españolidad, desde el profundo desconocimiento de que, siendo la fiesta nacional, ésta trasciende nuestras fronteras por Portugal y Francia hasta la otra orilla del Atlántico. Sólo con respeto, con tolerancia, podemos construir una sociedad diversa y cohesionada. Con tolerancia hacia lo diferente y con tolerancia cero frente al conflicto y la división que genera la política del odio. Modesto Martínez. (Concejal del PP en Alboraia y diputado provincial) Alboraia.