La falta de alternativas de integración para las personas que viven en la calle ha convertido la ciudad en una especie de manicomio andante, dado el número de patologías mentales que genera. Una patología que se expresa en ocasiones en forma de agresividad e incluso violencia, aunque no está exenta de la propia violencia e incomprensión que la sociedad ejerce contra estas personas. Es la llamada violencia social que de momento les niega el acceso a recursos como la vivienda o el empleo que son los ejes de la Inclusión.

Hay muchas personas que carecen de un techo en nuestra ciudad y se estima en cientos los mal alojados a causa de los desahucios.

De un modo paralelo a las enfermedades mentales --un tercio de la población sin techo- a la policía local le toca lidiar con estas situaciones sin una verdadera capacitación de los agentes, sino más bien del fracaso para abordar el problema sin hogar que es unicamente político. Lo lamentable para muchos afectados es que a falta de ese interés político, el primer contacto social de estas personas lo sea con un agente de la policía en vez de con un profesional de la medicina: algo está fallando... Luis Enrique Veiga. Valencia.