Los españoles estamos cosechando lo que hemos sembrado, pues de donde no hay no se puede sacar y menos aún si no nos hemos preocupado de reponer lo que íbamos gastando. Mantenemos las tradiciones religiosas de nuestros mayores, pero sin la fe de éstos y con la sola pretensión de preservar una cultura popular que se nos muestra descafeinada del todo. Por eso, si no cambia nuestra actitud, la generación siguiente no encontrará sentido alguno a tanto folclore y tanto sacrificio. Una vez desaparecido el consuelo que nuestros antepasados recibían en forma de bienes espirituales, pocos se sentirán motivados por mantener una cultura bañada de una religiosidad ajena a su forma de pensar y de vivir.

Los españoles seguimos sin Gobierno central, pero muchos ya tienen en sus ayuntamientos y autonomías a esos partidos que se autodenominan ´progresistas´, deseosos de innovar y cambiar esa religiosidad popular ´conservada´ de generación en generación. Si se salen con la suya; ya están en ello; y vuelven a ganar en las próximas elecciones, significará que la mayoría de ciudadanos piensa y siente lo mismo.

Y ahí quedarán unos pocos que remarán contra corriente, tratando de mantener la fe de sus mayores en el seno familiar y contagiarla así a sus amigos y conocidos, esperanzados en que en un futuro todo vuelva a ser como antes o incluso mejor. Jesús Asensi Vendrell. Algemesí