La Conselleria de Educación, dirigida por el maestro Vicente Marzá, sigue maltratando a los docentes de religión en pleno mes de octubre. Ha eliminado de forma unilateral 2.000 horas lectivas de esta asignatura y ha reorganizado a su antojo los horarios y destinos de la mayoría de maestros. Tanto es así, que medio centenar de ellos aún sigue sin firmar sus nuevos contratos. Ésos que reducen su jornada a la mitad. Dicen las malas lenguas que la persona encargada de confeccionar esos contratos está ahora de vacaciones.

Si pretendían sembrar desánimo en este colectivo de docentes, lo han conseguido con creces. Muchos de ellos han acudido ya a los tribunales, y esperan que la justicia les dé la razón. Porque no es de recibo que a profesores con más de veinte años de antigüedad y destino definitivo, se les reduzca a la mitad su jornada laboral y se les cambie de centro sin más.

Presume el maestro Marzá de no haber despedido a profesor de religión alguno. Y la verdad es que parece que han calculado con malicia qué es lo que más les convenía para causar un gran estrago al menor coste posible. Han reducido la jornada a cientos de maestros sin despedir a ninguno para no pagar un solo euro en indemnizaciones. Y los maestros afectados se quedan ahora con una nómina que da pena, sin indemnización y sin posibilidad de ir al paro para cobrar una prestación que les permita poder replantearse su futuro profesional.

La justicia dictará sentencia, pero el mal ya está hecho. Y eso no es todo, pues seguro que andan ya planificando el paso siguiente: reducir a una sola sesión semanal las horas lectivas del área de religión en Primaria y en Secundaria. De ese modo, las medias jornadas de este curso se convertirán en un cuarto de jornada en el venidero. Y todo esto mientras esperan un cambio de ley educativa que acabe con la presencia de la religión en la educación escolar. Esto es lo que hay o lo que nos merecemos. ¿No creen? Jesús Asensi Vendrell. Algemesí.