Frío, luces, villancicos, calles atascadas, tiendas abarrotadas, banquetes exquisitos, o no...

Por desgracia, no todos tienen el privilegio de poder decirlo. Apenados, sueñan -o intentan- vivir mejor, o tal vez, vivir a secas. Es la época, por excelencia, de regreso a casa, fotos familiares, risas compartidas, abrazos infinitos, sonrisas mágicas, miradas cristalinas.

La realidad, el hoy, contradice la concepción que se tiene sobre la Navidad. Gracias al sistema, la globalización, la desigualdad ha crecido, y la gente, ha olvidado el significado de este tiempo, el espíritu navideño. El extremismo, ha aumentado, motivo por el que el odio, ha ganado. Las personas, presas por el rencor, se han llegado a matar... El consumismo, nos ha engañado. Traía felicidad, ¿consecuencia? Realmente, no somos conscientes del misterio de esta época. Hemos perdido la ilusión, que nos caracterizaba cuando éramos niños. Para algunos, es un tiempo de espera, para otros, simples vacaciones. Por eso, la llama, debe seguir encendida. Y usted, ¿qué espera de la Navidad? Jesús Ascó Gabaldó. Xeresa