Si bien esto lo escribí y lo publicó Levante-EMV hará cinco años en agosto, transcurrido pues 55 meses dicho apellido ha tomado más cuerpo. Además, en la actualidad, unido en lo delictivo al otro de la familia Ciscar, formando un tándem perfecto (aunque lo de aunar esfuerzos es pura ironía en este caso) para la práctica de lo sucio, de lo infame, de lo despreciable, miserable, canallesco y de la delincuencia en definitiva. He aquí lo publicado entonces:

«Y es que decir el apellido Blasco en la Ribera puede acarrear algún que otro disgusto; por supuesto con mi máximo respeto a quienes lo llevan con honestidad y honradez, con orgullo y sin tener que agachar la cabeza por ello.

«Pero es que el apellido Blasco en la política valenciana tiene un aspecto de "grandón"; de soberbia y prepotencia; de "cambio de chaqueta" cuando los vientos soplan de interés opuesto, y de arrimar el hombro a su sardina siempre que se ha podido evitar que ello sea motivo de escándalo porque la situación era de amparo y ocultación.

«Pero finalmente, porque la verdad hace justicia, el despropósito del apellido en determinados ambientes ha llegado demasiado lejos; vamos, ¡el dinero destinado a una ONG!. Miseria de un apellido cuando éste se lleva con tantos y tantos "desatinos" considerando que de intocable tenía todo y nada de vulnerable.

Reitero mi máxima consideración y respeto a tantos y tantos que, heredado de sus progenitores, lo llevan con orgullo y con la cabeza bien alta aunque otros hayan hecho del mismo una seña de bajeza y que por ello tengan que caminar con la cabeza gacha y que deberían renunciar al mismo por el daño causado a quienes nada tienen que ver con las malas prácticas de un "Blasco" a los que algún día debería pedir perdón por el mal uso del mismo». Antonio Giménez López. Torrent.