A algunos progresistas de nuevo cuño les ciega la pasión, pues sitúan a sus sentimientos y deseos por encima de la razón. Es tal su ceguera que hasta han olvidado que los seres humanos tenemos limitaciones y que, por eso, nuestra libertad tampoco puede ser ilimitada.

Claro que puedo desear jugar con la selección nacional de baloncesto y sentir que tengo derecho a ello. Pero va y resulta que ese deseo y ese sentimentalismo chocará con la cruda realidad: la edad, la altura, la forma física y ese espíritu de sacrificio indispensable en la alta competición. Ante esta evidencia sólo me quedará exigir al Gobierno de turno que legisle a mi favor y obligue a la federación y al cuerpo técnico de la selección a bajar el nivel de exigencia y sus criterios de elección. De ese modo, a todo aquel que se le antoje podrá vestir la camiseta nacional. Eso sí, también habrá que asumir que el ridículo estará más que asegurado cuando nos enfrentemos a otras selecciones donde todavía rija el sentido común.

Claro que uno puede desear ser madre y formar un matrimonio con otro hombre. Pero va y resulta que ese sentimentalismo chocará con la cruda realidad. Entonces sólo me quedará exigir al gobierno de turno que legisle a mi favor y convierta en ley mis antojos. Eso sí, habrá que asumir que el fracaso está más que asegurado. Y si no, tiempo al tiempo. Jesús Asensi Vendrell. Algemesí.