Los progresistas valencianos, defensores a ultranza de lo público, están que no caben en sí de gozo. El próximo abril arrebatarán a una empresa privada la gestión del Hospital Universitario de La Ribera. Quieren hacernos creer que, gracias a que el hospital pasará a ser público del todo, la calidad asistencial ganará muchos enteros y la Conselleria de Sanidad se ahorrará esos beneficios que la empresa gestora del hospital se embolsaba cada año.

No entiendo que, siendo la sanidad pública tan maravillosa, no haya habido una avalancha de funcionarios públicos renunciando a esa asistencia privada que gozan a través de la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado (Muface). ¿Por qué los funcionarios progresistas de la Comunitat Valenciana no fueron con el ejemplo por delante este pasado mes de enero? ¿Por qué en su mayoría no renunció a la sanidad privada que las mutuas les brindan y optó por recibir asistencia sanitaria a través de los servicios públicos del Sistema Nacional de Salud, mediante su adscripción al Instituto Nacional de la Seguridad Social? ¿En qué quedamos? ¿Será acaso que se creen poseedores de unos privilegios exclusivos y elitistas?

Señores progresistas, ya está bien de tanta hipocresía. Primero aplíquense ustedes mismos el cuento de que «sólo lo público es loable y tolerable» y después ya nos lo podrán imponer a la fuerza a los demás. ¿No creen? Jesús Asensi Vendrell. Algemesí.