Cualquier lugar era bueno. Pero, sobre todo, había que escoger un lugar oscuro, fuera de la contaminación lumínica de los núclos urbanos. El campo era un buen sitio para trata de contemplar, como cada año, las "Perseidas" o "lágrimas de San Lorenzo". Se pudieron contabilizar en algunos puntos hasta 200 estrellas fugaces en una hora aunque su observación se vio afectada en algunos puntos por la luz de la Luna, que casi en cuarto menguante.

Con sillas, hamacas, mantas y mucha paciencia fueron muchos los que no se quisieron perder este espectáculo astronómico y, por que no, pedir un deseo por cada 'lágrima' que se viera caer sobre el cielo.

Las "Perseidas" son realmente una lluvia de meteoros, sucesos que ocurren en la atmósfera a unos cientos kilómetros de altura cuando fragmentos muy pequeños de polvo se queman a gran velocidad. Al hacerlo, producen un destello que suele durar menos de un segundo, ha explicado a Efe el director del Planetario de Pamplona, Javier Armentia.

Del 17 de julio al 24 de agosto de cada año, la Tierra pasa por una zona del espacio en la que flota polvo de la cola del cometa Swift-Tuttle y ese material entra a gran velocidad en la atmósfera y durante unos segundos la partícula brilla como si fuera una estrella.