Con tres meses y medio solo de recorrido, el hospital de Llíria no satisface ni a los pacientes ingresados ni a los profesionales. Los primeros porque se quejan de que la comida que sirve una empresa privada es escasa, incluso para los enfermos que siguen no tienen restricciones calóricas.

Tras recabar la opinión de varios enfermos, el Sindicato de Enfermería Satse indica que las porciones de carne o pescado que se sirven son pequeñas y que la sopa apenas lleva fideos.

El segundo capítulo de deficiencias afecta a la ropa de lencería, ya que no hay suficientes sábanas, ni toallas, ni pijamas ni batas, «lo que provoca graves inconvenientes a la hora de cambiar las camas o cuando los trabajadores tienen que buscar un uniforme para empezar a trabajar».

Que en el hospital falta ropa se ha dado a conocer ya en varias reuniones de la junta de personal, sin que se haya hecho nada.

Satse sostiene que cuando se abrió el hospital apenas se compró lencería y hubo que recurrir a la del hospital Arnau de Vilanova, «quedando los dos hospitales con menos ropa de la que se necesita para abastecer adecuadamente cada centro».

La ropa sucia del hospital de Llíria se envía la lavandería de La Fe de la avenida de Campanar, pero curiosamente nunca vuelve la misma que se fue y muchas veces, la Llíria llega menor cantidad. «En ocasiones „afirma el sindicato„ vuelve sucia y con pelos». El servicio de la lavandería del hospital La Fe está externalizado y es de gestión privada.

El problema más habitual es la falta de tallas que no solo afecta a los profesionales, sino también a los pacientes, que muchas veces no encuentran. Otro hecho frecuente es que la ropa nueva que se manda a lavar vuelve desgatada.