Abrumado por la repercusión que ha tenido el accidente marítimo de su mujer pero feliz de tenerla en casa. Hans Wienbeck se disculpó ayer ante la prensa porque Tanya no podía atender a los medios de comunicación. "Lo primero es ella" explicó este economista e informático alemán que disfruta en Dénia de la jubilación junto a su esposa ucraniana. La tarde del martes naufragaron con su catamarán, él pudo regresar hasta la costa, ella permaneció quince horas en alta mar hasta que unos pescadores la rescataron sobre las diez de la mañana del miércoles. Tenía claros síntomas de hipotermia y estaba deshidratada.

Tanya recibió el alta médica en el hospital a las ocho de la mañana de ayer, después de haber permanecido en observación en el área de urgencias durante 21 horas. "Está muy débil y necesita reposo" explicó su compañero. Pasó el día de ayer durmiendo con los ojos enrojecidos por el sol, el agua del mar y el cansancio. Para reponerse los médicos le aconsejaron que no le diera la luz directa y estaba en la cama con los ojos tapados.

Sobre las cervicales la mujer tiene una herida producida por el rozamiento del mono de neopreno. Los movimientos por mantener la cabeza fuera del agua y al nadar le dejaron el cuello marcado.

Su marido indicó que Tanya sintió miedo por la noche, el esfuerzo sobrehumano por mantenerse a flote, con el sol primero y la larga noche después, le hicieron tener alucinaciones. "Sufrió espejismos en el mar, veía una madera a la que agarrarse y cuando se acercaba desaparecía". En ese momento de soledad, con la luz de la luna como guía, cuenta Tanya que se acordó de sus seres queridos, de su padre ya fallecido, y de su madre de 82 años.

Esta veterana nadadora de joven fue campeona en su país. Sin embargo, se encontró en una situación límite y con 55 años a sus espaldas. Relató que reconocía las luces de los barcos y de todo el operativo de rescate pero para entonces ya andaba justa de fuerzas. El sol salió tras una dura noche y volvió a castigar el cuerpo de Tanya. Pero el milagro se produjo. Michel y Hervé Ferragut salieron a pescar al curricán desde la playa de l'Almadrava, en els Poblets, divisaron lo que creían que era una boya y Tanya tuvo fuerzas para mostrar su brazo pidiendo auxilio. Estaba salvada.

La fuerza física y mental de esta mujer fue fundamental para sobrevivir. "El deporte siempre ha estado presente en nuestra vida" contó el marido. De hecho él practica el balonmano y su romance se inició cuando se conocieron en un partido que enfrentaba a un equipo ucraniano con el equipo alemán de veteranos en el que jugaba él. "Ella es traductora de profesión y hacía de intéprete del conjunto de su país porque habla alemán". A finales de mes acaban sus vacaciones en Dénia y ayer dieron muestras de agradecimiento a todos los que ayudaron en el rescate, en el hospital y en su urbanización. "España tiene el sol y la playa pero lo mejor que tiene es su gente, su ayuda y colaboración. Gracias a todos" concluyó el jubilado alemán.

La cámara de aire del neopreno fue vital

Hans Wienbeck mostró ayer en su casa el traje de neopreno que ayudó a Tanya a mantenerse con vida. El ciudadano explicó que pese al continuo movimiento de su mujer, para mantenerse estable y a flote, el papel de la vestimenta deportiva fue crucial puesto que en la cintura dispone de una pequeña cámara de aire que ayuda a equilibrar el cuerpo sobre el mar.

Ayer el catamarán permanecía varado en la playa de les Deveses de Dénia. Hans señaló que no iban a volver a navegar este año. Mientras tanto recibían las llamadas telefónicas de sus respectivos hijos, preocupados por lo sucedido. v. x. c. dénia