La fiesta -o vodevil político- acabó ayer finalmente minutos después de las 10 de la mañana. El líder nacional del PP, Mariano Rajoy, sometió al presidente de la Generalitat y del PPCV, Francisco Camps, y lo forzó a destituir a Ricardo Costa como secretario regional y portavoz en las Corts, después de que el día anterior los populares valencianos mantuvieran en el puesto al hombre de confianza de Camps (supeditando el cese temporal a que Madrid le abriera una investigación), en contra de las directrices de Rajoy. No sólo eso, sino que se designó al vicesecretario de Política Autonómica, César Augusto Asencio, para ocupar la secretaría general -cuando según el PPCV el cargo debía quedar vacante- y al portavoz adjunto Rafael Maluenda como síndic en las Corts, aunque el día anterior el partido de Camps había dicho -frente a Génova- que el cargo en la Cámara no estaba afectado. Costa acudió al Parlamento con intención de presidir la reunión del grupo y sentarse en su escaño de portavoz. Una imagen de rebeldía hacia Génova que habría dejado tocada para siempre la credibilidad de Rajoy.

Ahora bien, la imposición de Génova no le sale gratis a Rajoy, cuya relación con Camps, una aliado interno clave, puede verse seriamente afectada. El más perjudicado es el presidente valenciano, que queda muy debilitado puertas adentro, con medio partido indignado con él al entender que ha engañado a todos. Dirigentes, consellers y diputados exteriorizaron ayer su malestar con Camps.

A las 8 de la mañana, la secretaria nacional, María Dolores de Cospedal, advertía que si Costa acudía a las Corts para ejercer la portavocía, lo expulsaría. Media hora después, Maluenda insistía en que el martes no se acordó ningún cese, que en todo caso no afectaba a Costa como portavoz y que, de haber abierto Génova la investigación a la que condicionaba el "número dos" su renuncia temporal, ésta tendría que "comunicarse".

Gritos de Rajoy y el móvil de Trillo

A las 10 de la mañana, media hora antes del inicio previsto del pleno, los diputados acudían a la reunión de grupo. Veinticinco minutos después los avisaron para que fueran al grupo. Allí ya estaba Camps. Había llegado a las 10:05. Tres minutos después se presentaba Costa. "Presidente, ¿no habíamos quedado ayer como habíamos quedado?", aseguraban ayer fuentes del PP que le inquirió Costa al recibir la noticia. "Ayer era ayer y hoy es hoy", dicen que le contestó Camps.

La noche anterior, el mismo Rajoy había conminado al presidente -tras el espectáculo de los comunicados de Génova y de la Secretaría Regional del PPCV contradiciéndose sobre el cese del "número" dos- a destituir a su mano derecha. Según varios dirigentes, casi se podían oír los gritos de Rajoy por el móvil de Federico Trillo. "O lo destituís vosotros o lo destituyo yo aquí", avisó el líder nacional. Algunas fuentes incluso apuntaban que, si no apartaba a Costa, el problema lo tendría el propio Camps.

"Humillante"

Sin embargo, ayer por la mañana Costa no sabía nada de esto. Cuando los consellers y diputados llegaron al grupo, los condujeron al despacho del portavoz. El "número" dos no estaba presente. En unos 20 metros se apretujó el medio centenar de autoridades, incluida la jefa de gabinete de Camps, Ana Michavila. Camps pidió que llamaran al portavoz. Costa entró, cabizbajo, con semblante muy sombrío. El presidente le tendió la mano. Éste se la dio pero apartando la mirada con un gesto de desagrado.

El jefe del Consell comunicó a todos que Maluenda sería el portavoz. Entonces Costa se derrumbó y rompió a llorar. "A ver si terminamos con esta pesadilla", animó Camps. El jefe del Consell invitó a los presentes a tomar la palabra tras las críticas del día anterior en la ejecutiva -"me critican porque dicen que no dejo hablar...", apuntó-, ante lo que Costa, sin dejar de llorar, saltó: "¡Ya está bien, presidente!", para que cesara el tormento. Yolanda García, la tesorera, le dio un abrazo a Costa. Otros diputados se despidieron del ex "número" dos. Varios asistentes calificaron la escena de "humillante".

Momentos después, diputados y consellers salían de las dependencias del grupo con cara de funeral para asistir al pleno. A las 11:05, un Camps con una sonrisa de oreja a oreja abandonaba la Cámara valenciana por la puerta que da al llamado "patio de la Olivera", por la parte de atrás del edificio, envuelto en una nube de periodistas. Sin dejar de andar, Camps ofreció una versión de la reunión de la ejecutiva que no fue la que el día anterior explicó Costa., "Como ya se acordó ayer [por el martes], el PP ha tomado las decisiones en relación a lo que se propuso por unanimidad" sobre Ricardo Costa. No admitió ninguna pregunta.

Costa salió media hora después. Dejó claro a los periodistas que quiere que reluzca su "honradez" y que lo suyo "no es una cuestión de aferrarme a ningún cargo ni a ninguna posición", por lo que había aceptado la propuesta de Camps de apartarle también de su cargo como portavoz en las Corts hasta que concluya la investigación de Génova. Sin embargo, a la luz de las declaraciones de Cospedal, reprobatorias de su conducta, la sentencia está dictada y hoy Costa es ya un cadáver político. Hasta el lunes estará "ilocalizable".

El pleno arrancó con retraso a las 10.55 horas, con el sillón de Costa vacío y con Rafael Maluenda como portavoz y el también portavoz adjunto Asencio en su escaño. El nuevo síndic ganó un puesto al intercambiar su sitio con el secretario, David Serra. La silla de portavoz de Costa se le guardará aunque quede como diputado raso. Maluenda no habló ante los periodistas. Sí lo hizo Asencio para apuntar que su responsabilidad es "provisional", hasta que se resuelva el expediente de Costa, cuyo retorno al cargo es "la situación de normalidad". La elección de Asencio se justificó por los estatutos pero algunas fuentes cuestionaron que, al no ser de los 22 vocales de la ejecutiva que eligió el congreso, no podía ser designado.

Enfado de Alberto Fabra

La indignación de los diputados era palpable. El alcalde de Castelló, Alberto Fabra, trasladó en privado a sus compañeros su indignación. La noche del martes se había empleado a fondo para mediar en busca de una solución. "Para acabar así, se tenía que haber hecho antes" y no prolongar la crisis cinco días o no resolverla ayer mismo, pusieron en su boca varios dirigentes. "Si no tienes la información, no puedes valorar la situación; el problema es que no sabíamos". "Esto no puede ser. Antes somos personas". Las frases contienen reproches implícitos a Camps. Otros diputados censuraban que el líder tomó las decisiones sin consensuarlas con los barones provinciales, Joaquín Ripoll (Alicante), Carlos Fabra (Castelló) y Alfonso Rus (Valencia).

Ripoll criticó abiertamente a Camps y lo acusó de no afrontar el problema con firmeza. Carlos Fabra, en cambio, contradijo a Cospedal y desveló que en una conversación con Camps, lo ha visto "afectado porque piensa que, a veces, pagan justos por pecadores, pero Ricardo Costa en un gran valor del partido y no lo vamos a dejar de lado". Rita Barberá, aunque apoyó a Camps, reconoció su preocupación y pidió "recuperar el orgullo" de ser militante del PP. Responsables del PP conjeturaban sobre las consecuencias a medio y largo plazo del desenlace. Así, piensan que los zaplanistas podrían aprovechar la debilidad de Camps para aliarse con los Costa y Carlos Fabra, ubicándose en una posición crítica a Camps y, en un futuro, a Rajoy. "La única ganadora de todo esto es Esperanza Aguirre", sentenciaban.