La Península Ibérica fue el último refugio de Europa para los llamados dinosaurios "de pico de pato", los hadrosaurios, antes de la extinción masiva de hace 65,5 millones de años. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de paleontólogos dirigido por Xavier Pereda-Suberbiola, investigador de la Universidad del País Vasco, después de analizar el registro fósil de los hadrosaurios hallados en la Península, que es el más importante del continente. El estudio incluye las dos mandíbulas de este herbívoro localizadas en el yacimiento de la Solana, entre Carlet y Tous.

"Justo antes de producirse la catástrofe que acabó con todos los dinosaurios, excepto las aves, la Península albergaba hasta tres especies coetáneas de hadrosaurios", explica Pereda-Suberbiola, quien destaca que "hasta ahora no se había podido certificar dicha coexistencia en Europa". La convivencia de diferentes variedades de hadrosaurio, término que significa "Lagarto robusto", sólo se había podido constatar en Asia y Norteamérica, donde los registros fósiles son más ricos en ejemplares.

El trabajo coordinado por Pérez-Suberbiola, en el que ha participado también el grupo Aragosaurus de la Universidad de Zaragoza que lidera José Ignacio Canudo, recoge la investigación de los restos de la Solana que ha realizado Julio Company, paleontólogo de la Universitat de València, además de colaboraciones de científicos de la Complutense de Madrid, Autónoma de Barcelona y del Museo del Jurásico de Asturias.

Tres especies coetáneas

El estudio, que ha sido publicado por el "Journal of Vertebrate Paleontology", detalla que junto a los hadrosaurios reconocidos por las mandíbulas fosilizadas halladas en el yacimiento de la comarca de la Ribera y también en el de Fontllonga (Lleida), convivieron un hadrosaurio lambeosaurino -con una cresta hueca en el cráneo- todavía por definir, y otro lambeosaurino recién descubierto, el "Arenysaurus ardevoli".

Este último hallazgo, realizado en Arén (Huesca) por el grupo de Canudo, es excepcional según Pérez-Suberbiola pues ha sacado a la luz "el primer cráneo articulado de hadrosaurio que se descubre en el sur de Europa, y el segundo que aparece en el continente en más de 100 años, después del "Telmatosaurus" hallado en Transilvania en 1903".

En Europa es muy raro que aparezcan fósiles de huesos de la cabeza de estos dinosaurios "articulados en posición anatómica", añade. En el caso del "Arenysaurus", se ha encontrado parte del cráneo, a excepción de su prominente cresta, y la mandíbula. Este nuevo lambeosaurino vivió entre hace 68 y 65,5 millones de años

En cuanto al yacimiento de la Ribera, el paleontólogo vasco resalta que es "muy interesante, porque se ha datado, aunque con menos precisión, que sus restos están muy cerca de la fecha límite de la extinción", que marca la frontera entre el final del período geológico del Cretácico (Maastrichtiense superior) y la era Terciaria que se extiende hasta la actualidad.

Las dos mandíbulas, dientes, vértebras y huesos del esqueleto de varios individuos hallados en la Solana, no permiten identificar ninguna especie, pero según Company, la datación a partir de los fósiles de carófitas (algas) "sitúa estos restos muy próximos al Terciario".

Una "máquina de triturar" vegetación

Los hadrosaurios podían llegar a medir entre 7 y 10 metros de longitud y entre 3 y 4 de altura, y pesar unas 7 toneladas, aunque los de la Península Ibérica eran "más pequeños, de entre 4 ó 5 metros de longitud", explica Xabier Pérez-Suberbiola. La característica más definitoria de estos dinosaurios fitófagos, que se alimentaban de vegetación, es que disponían de un pico similar al de los patos que les permitía arrancar más facilmente las plantas, hojas y ramas de los árboles. Eran una "máquina" de triturar vegetación. "Tenían unas baterías dentales con varios cientos de piezas. Pero de cada hilera de dientes, sólo dos eran funcionales, de forma que cuando se desgastaban eran reemplazados con lo que siempre tenía piezas preparadas para triturar".