Desde que en 1952 inauguró su primera tienda en la plaza del Collado, la indumentarista valenciana Encarna Albarracín se dedicó en cuerpo y alma a dignificar las telas, estilos y complementos de los trajes tradicionales valencianos. En 2003, tres años antes de su fallecimiento, recogió en su libro L´indumentària valenciana: la gènesi d´un estil ese medio siglo en que la evolución de los trajes que visten la fiesta de las Fallas «ha estado marcada por la búsqueda de lo más genuino», según explica su hijo, Javier Niclós Albarracín, continuador de la renovación que impulso su madre al frente de La Casa de los Falleros y Albaes.

El libro, que ahora reeditan Lo Rat Penat, Generalitat, ayuntamiento y Diputación de Valencia como homenaje a Encarna Albarracín, muestra a través de una extensa parte gráfica la riqueza y la creatividad de la indumentaria valenciana, que ha convertido en arte el diseño de los vestidos de fallera. La autora, a la que Valencia acaba de dedicar una calle, destacaba que el eje de esta evolución son «las investigaciones de los indumentaristas, que, con su esfuerzo, han recuperado prendas genuinas y antiguos diseños».

Estos arqueólogos de la tradición buscan en grabados del siglo XVIII «motivos de inspiración para diseñar trajes y complementos», afirma Javier Niclós, quien apunta que esta investigación de nuestra herencia histórica «nunca va a tocar fondo, pues siempre se pueden aportar novedades». Una afirmación que hace desde la experiencia de haber compartido 30 de sus 44 años con su madre en este comercio de la calle Quevedo, donde cada año sacan entre 15 y 20 modelos nuevos.

Tendencia afrancesada

Niclós detalla que entre las novedades de la nueva temporada, que arranca ahora con los nombramientos y proclamaciones de las falleras mayores, sobresalen «las levitas para los hombres, unas chaquetas afrancesadas con la cintura ajustada, y entre los bordados para mujeres sobresale la recuperación del peinador, una manteleta antigua recortada y con puntilla incrustada, mientras las más puristas buscan telas basadas en diseños del siglo XVIII con dibujos de centros de flores franceses o italianos».

El libro homenaje a Albarracín se presenta hoy, a las 20 horas el el Muvim. El acto incluye un pase de modelos en las últimas tendencias en indumentaria tradicional.

Vuelven los bautizos, bodas y comuniones con trajes de fallera

La dignificación de la indumentaria tradicional ha llevado a que cada vez sea más frecuente ver, como ocurría entre los años 50 y 70 del pasado siglo, bautizos, comuniones e incluso bodas con trajes de valencianos. Así en el escaparate de la boutique fundada por Encarna Albarracín se puede ver hasta un vestido de novia de valenciana. Su hijo, Javier Niclós, explica que esta moda la demanda «gente que lleva muy dentro las Fallas, no creo que en un futuro vaya a ser una tendencia generalizada».

Por lo que respecta a los hombres, una vez «enterrado» el traje negro de fallero que impuso en 1954 la Junta Central Fallera que presidía Martí Belda, según explicaba Albarracín en su libro, «con el propósito de acabar con el contraste poco estético» que suponía ver en la ofrenda a las falleras del brazo de «caballeros vestidos con un traje chaqueta moderno», entre ellos se impone el vestido de torrentí y, en el caso de los más jóvenes, el de saragüells. Esta evolución que ha convertido en demodé el tan denostado traje negro no fue fácil, ya que como recordaba la indumentarista «la primeras comisiones falleras que trataron de acudir a un acto fallero sin él, fueron amonestadas».