Doscientos diecinueve inmigrantes solicitaron el año pasado asilo político en la C. Valenciana aunque sólo una decena logró su objetivo. Casi todos son jóvenes que han huido de su país porque su vida corría peligro y ahora están atrapados en un limbo. En esta situación se encuentran dos primos afganos de la etnia pastún que llegaron a Valencia tras dos años de viaje porque no querían luchar con las milicias talibanes. Su drama se repite con ciudadanos de Costa de Marfil, Chad, Mauritania o Colombia que malviven en Valencia sin trabajo porque carecen de papeles. La Comisión de Ayuda al Refugiado (Cear), que ayer presentó su informe anual, denunció que el Gobierno rechaza el 95% de las solicitudes a pesar de que "están justificadas".

Los primos afganos Aziz Ullah y Bahoden Salangi forman parte del 95% de los inmigrantes que ha visto rechazada su solicitud. La razón es que llegaron sin pasaporte y cuando lo intentaron recuperar en 2008 todavía no había embajada afgana en España. Los dos ya tienen el pasaporte que acredita que son afganos y han vuelto a pedir asilo.

Ullah y Salangi, que trabajan en Valencia, huyeron de forma clandestina de Afganistán con otro primo que murió ahogado en el trayecto. La familia de los tres vendió unas tierras y pagó 36.000 euros para que abandonaran el país cuando la milicia talibán fue a reclutarlos para la "guerra santa" contra Estados Unidos. "El mulá de nuestro pueblo quería que lucháramos contra Estados Unidos. Nos llamaba a la yihad. Yo no quería ir con los talibanes, pero cuando te ponen un arma delante no te puedes negar", recuerda Aziz Ullah.

Su primo Bahoden Salangi explica que los talibanes mataron dos meses antes a parte de su familia por negarse a luchar. "Sólo podía huir si no quería perder la vida", aseguró. Aziz Ullah añadió: "Mi vida en Afganistán no vale nada, los talibanes van a por mí porque saben que huí y no lo perdonan. A mi hermano lo mataron y a mi padre le arrancaron una pierna. Mi familia corre peligro, pero no puedo hacer nada".

Los tres primos entraron en Irán con pasaportes falsos, cruzaron a Turquía por las montañas del Kurdistán, estuvieron ocultos tres meses en un sótano en Estambul y cruzaron a Grecia en barco. Uno de ellos perdió la vida al caerse del barco y los otros dos se establecieron en Valencia tras dos años de viaje.

Huida de Chad

Las penurias que vivieron Ullah y Salangi las sufrió también Moumine, profesor de filosofía en Chad que tuvo que huir por exigir al Gobierno que invirtiera en el desarrollo del país los beneficios que obtiene del petróleo. "El régimen en Chad es tiránico y despótico. Al descubrir el petróleo creímos que nuestra situación mejoraría, pero si reclamas por la noche te eliminan", apuntó Moumine. "Una noche vinieron a por mí porque estaba afiliado al partido Fuerza y Acción por la República. Nos cogieron a cinco personas. Nos llevaron al bosque para matarnos. Pensé que era el fin de mi vida, pero logré huir. Los otros murieron", aseguró. El profesor del filosofía lleva tres años en Valencia sin ver a su mujer y a su hijo, que siguen en Chad, y sin poder trabajar porque no está regularizado. "Ahora me encuentro en una situación dramática tras abandonar mi país para salvar mi vida. Muchas veces no puedo ni llorar. Estoy aquí atrapado sin dinero y sin poder hacer nada", sentenció.

El Gobierno tramitó el año pasado en toda España 3.005 solicitudes de asilo y sólo concedió 179. Los responsables de Cear indicaron que si "se comparan estos datos con los de otros países europeos se hace evidente que España está a la cola de Europa en la protección de personas refugiadas".

"La semana pasada tirotearon a mi mujer"

El marfileño Mory Doukore pagó 1.200 euros para que un grupo organizado le sacara de su país después de que la policía intentara matarlo por pertenecer al partido opositor DAR. Doukore, que habla mientras sostiene orgulloso el carné de afiliado al DAR, lleva 6 años en Valencia. Mory Doukore afirma que doce "compañeros" de patera perdieron la vida porque volcó. El inmigrante de Costa de Marfil no ha visto a sus 3 hijos y a su mujer desde que está en España. Ahora vive de la caridad y asegura que no puede volver porque lo matarían. "La situación en mi país es dramática. La semana pasada tirotearon a mi mujer", lamenta.