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La gestión de Emarsa fue hasta su anuncio de liquidación "modélica". Ni la empresa auditora, que no observó ninguna irregularidad hasta el pasado mes de junio, ni mucho menos el consejo de administración, criticaron en algún momento el trabajo del gerente, Esteban Cuesta, y del director financiero, Enrique Arnal, a los que ahora persiguen públicamente y con una denuncia de la Emshi ante el juzgado número 15 de Valencia por haber ocasionado un agujero de, al menos, 17 millones de euros. De hecho, en el consejo de octubre de 2007, en plena vorágine de gastos y contratos presuntamente irregulares por parte de estos directivos, todos los representantes políticos valoraron la gestión hecha en la depuradora y aprobaron por unanimidad otorgarle plenos poderes.

El acta del consejo de administración del 27 de octubre de 2007 a la que ha tenido acceso Levante-EMV revela que en aquella época en la gestión de Emarsa se vivían tiempos de vino y rosas. Todas las votaciones se aprobaban por unanimidad o con pocas abstenciones y los debates eran más bien tranquilos. En este documento, el presidente de Emarsa y vicepresidente de la Diputación, Enrique Crespo, se felicitaba por la renovación de Cuesta como gerente (lo propuso él en 2004) y la definía como "positiva". Por su parte, el vicepresidente y alcalde de Albal por el PSPV, que ese día tomaba el cargo en Emarsa, tampoco veía inconveniente en la continuidad de Cuesta y su equipo, asegurando que ponía "su voluntad y la de su grupo para favorecer en todo lo posible el mejor desarrollo de la empresa y continuar en la línea seguida por el anterior consejo".

No le fue a la zaga el representante de EUPV y concejal en el Ayuntamiento de Xirivella, Joan Antoni Pérez, quien agradeció que Crespo incorporara a un representante de su partido en el consejo de administración "para aunar esfuerzos en la mejora de la gestión de la empresa". Pérez fue más lejos todavía y guardó un elogio para el equipo directivo liderado por Cuesta, al que valoró "positivamente" (sic) y se mostró confiado "de que continuarán realizando una buena gestión".

Ese mismo día, el consejo de administración otorgó a Cuesta, también a Crespo, Manuel Corredera y Marí "poderes ilimitados". Entre las competencias que se le otorgaban al gerente, quien llevaba la verdadera gestión, Cuesta podía desde sacar créditos a firmar cheques e incluso vender la empresa. De hecho, fue esta capacidad ilimitada la que utilizó para comprar joyas, relojes y gastarse hasta 140.000 euros en viajes en 2009 sin que nadie le exigiera ninguna responsabilidad.

También le sirvió para extender pagarés a las empresas de informática que vendieron 30 ordenadores por 3,5 millones de euros o para firmar un contrato blindado con Notec SL para el tratamiento de lodos. Esta firma, según los auditores y un informe interno hinchó facturas, pero ahora pide 24 millones a Emarsa por romper unilateralmente el contrato.

Este otorgamiento de poderes "plenipotenciarios" contrasta con el régimen en el que actuaba el anterior gerente, Miguel García Besó, quien tenía un límite de 60.000 euros, según publicó ayer Levante-EMV. Pese a tener el tope, García Besó contrató por valores 24 veces superiores a su poder, incumplimiento que Cuesta denunció cuando tomó las riendas, pero que nadie había recriminado. Es más, cuando Cuesta lo relevó en el cargo el 21 de julio de 2004 le agradecieron los servicios prestados. Ese mismo consejo eligió a Cuesta con 11 votos a favor y tres abstenciones. Nadie se opuso a su aterrizaje en la depuradora.