La primera línea de alta velocidad que une Francia y España entró ayer en funcionamiento, un hito que no contó con la presencia de más autoridades que los alcaldes de Barcelona y Figueres, que saludaron este acontecimiento como histórico.

El nuevo servicio de tren combina el ancho convencional y el internacional, con transbordo en la nueva estación de Figueres-Vilafant (Girona), y conecta las ciudades de Barcelona y París a través del túnel del Pertús. Hasta ahora, viajar desde la capital catalana hasta París significaba una inversión de ocho horas y 40 minutos, que se han reducido gracias a esta conexión en siete horas y 25 minutos, lo que supone un ahorro de tiempo de una hora y quince minutos.

Sólo el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, acudió a la estación de Sants para despedir a las 09,00 horas de ayer al primer tren que ha conectado la capital catalana con París, y valoró como "muy importante" para la ciudad este nuevo servicio ferroviario. También el alcalde de Figueres, Santi Vila, habló de "día histórico" para la ciudad ampurdanesa, cerca de la que se ha construido la nueva estación de Figueres-Vilafant. Contrastando con la inauguración del sábado de la nueva línea del AVE entre Madrid y Valencia -que congregó a las máximas autoridades españolas- la puesta en marcha del nuevo servicio entre Barcelona y Perpinyà-París sólo ha contado con representantes de Renfe, Adif y la compañía francesa de ferrocarril SNCF.

La falta de representación la achacaban hoy algunos viajeros a la provisionalidad que supone el que entre Barcelona y Figueres el trayecto funciona de momento en línea ferroviaria de ancho convencional, a la espera de que Adif finalice las obras, previstas para el 2012, de la línea del tren de alta velocidad. Renfe espera que esta nueva línea que une Barcelona y París tenga una afluencia de unos 235.000 viajeros durante su primer año, un 20% más que con el Talgo.