¿Qué es el activismo 2.0?

Consiste en utilizar las redes sociales de internet para pronunciarse, actuar, difundir, debatir y crear conciencia sobre determinados temas. En materia de derechos humanos, la red tiene más importancia de la que creemos. Igual que los grupos nazis se organizan en la red para tener efectos en el mundo real, nosotros también usamos la red para actuar. Porque el Facebook sirve para algo más que para decir «estoy aburrida» o contar tonterías cotidianas. Así me integré en el equipo de administración de la página de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en Facebook.

Y ahí ha tenido más repercusión que desde su página personal…

Sí, Hay más de 76.000 personas integradas y hemos llegado a tener más de 400.000 vistas al día. Eso lo hemos conseguido con sólo ocho personas unidas por una convicción común: es necesario difundir la letra y el espíritu de los derechos humanos.

¿Y qué han conseguido?

Primero, que 76.000 personas de más de 20 países diferentes discutan y se informen de asuntos relacionados con los derechos humanos. Y en otros casos, hemos dado cobertura a temas que no siguen los medios tradicionales (por intereses particulares o porque son poco noticiables) para que la gente los pueda conocer. Porque los derechos humanos son amplísimos.

Pues analicemos algunos aspectos de actualidad. ¿Cómo afecta la crisis a los inmigrantes?

A quienes no les interesa que se señale a los verdaderos culpables de la crisis, insisten en culpar al más débil y hacer creer que si se fueran todos los inmigrantes de España, la crisis se solucionaría. Esta xenofobia busca desviar la atención de la gente y enfrentar a trabajadores con trabajadores, pobres contra pobres que se pelean por las migajas del banquete de los poderosos.

También denuncia como cortina de humo el Estado policial.

Es otro aspecto relacionado con lo mismo. Nos hacen temer cosas y que tengamos una falsa sensación de inseguridad para que estemos dispuestos a aceptar cualquier restricción a nuestras libertades y nuestros derechos con el fin de sentirnos protegidos. Y, de este modo, estamos aceptando cada vez más la presencia de un Estado policial por delante de un Estado del Bienestar. ¡Y nos parece bien que nos restrinjan derechos a cambio de una falsa seguridad que no necesitamos!

¿Qué me dice del feminismo?

Yo antes no me consideraba feminista, pero ahora sí porque lo que quiero es la igualdad. Muchos pretenden oponer el feminismo al machismo, pero no tiene nada que ver. El feminismo busca la igualdad de derechos, mientras que el machismo cree en la supremacía de un sexo sobre otro. Su equivalente sería el hembrismo, que cree que las mujeres son superiores a los hombres y reivindican una supremacía, pero eso casi no existe. Hay que buscar la igualdad como derecho humano.

También alerta sobre la falta de igualdad en materia medioambiental. Habla de energías limpias y negocios sucios.

Sí, porque está íntimamente ligado a los derechos humanos. En Nigeria, Somalia o Kenia hay continuamente accidentes en pozos petrolíferos. Eso condiciona las posibilidades de esos países y les está hipotecando el futuro. Y cuando las supuestas energías limpias están en manos de aquellos que dirigen estos negocios sucios, está claro que es para tenerlos controlados. No imagino a una petrolera americana impulsando un negocio de energía eólica para dejar al margen su explotación petrolera. Más bien al contrario: lo hacen para tenerlo a raya y ponerle techo.

¿Por qué está equivocado un valenciano que piense que sus derechos humanos están garantizados? Demuestre lo contrario.

En Valencia, en la calle Zapadores, tenemos un centro de internamiento de extranjeros que encierra a gente que no ha cometido ningún delito, sino una falta administrativa menos grave que conducir sin carné. Y la única garantía para poder disfrutar de nuestros derechos es que la gente que tenemos a nuestro alrededor también disfrute de los suyos.

¿Y algo que le afecte directamente a un valenciano y él no sea consciente?

La información, por ejemplo. Cuando el principal medio de comunicación valenciano no se dedica a informar, sino a hacer partidismo u ocultar información, se está violando el derecho a la información de los ciudadanos. También a nivel medioambiental, con el urbanismo salvaje, se ha limitado a los valencianos el disfrute de su medio ambiente. O en la educación, donde no existe la oferta pública de 0 a 3 años, y de 3 a 5 está limitadísima. Es necesaria una voluntad política para cambiarlo.

Pero usted también dice que «en materia de derechos humanos, tú decides». ¿Por qué?

A muchos no les interesa que seamos conscientes de nuestra fuerza, pero cualquiera puede generar conciencia sin siquiera decir palabra. Si vas en un transporte público y alguien se pone a despotricar contra los extranjeros porque tropezó con un negrito, cambiarás conciencias con el mero hecho de que mires mal al que insulta y sonrías al extranjero que está atemorizado por si le van a insultar más o incluso avisarán a la policía. La decisión no sólo está en el voto de las elecciones. Pero es que la Comunitat Valenciana está tan adormecida…

¿Por qué?

Creo que se ha generado una cultura muy individualista del «sálvese quien pueda», y también de lo efímero. No por casualidad ésta es la sociedad de las Fallas, de la Fórmula 1, del pelotazo inmobiliario… Aunque hace cuatro años que vivo aquí, pienso que la idiosincrasia valenciana de lo efímero, lo pomposo y lo ostentoso ha tenido mucho que ver. ¡Yo nunca he visto, como en Valencia, a tantas mujeres con esos bolsos, cinturones o gafas que tienen una marca costosa tan a la vista!

¿Y hay solución?

La gente se cree que un cambio no es posible. Posiblemente no haya alternativas movilizadoras, pero, en cualquier caso, todo ha de partir de la participación de base. Y es una pena que aquí no exista, porque pocas comunidades tienen agrupaciones cívicas tan fuertes como las Fallas, las cofradías, las bandas de música… Sin embargo, están orientadas totalmente a su ámbito estricto. Los valencianos sólo actúan colectivamente para cerrar una calle por motivos festeros una vez al año y que no pase nadie.