Los presupuestos de la Generalitat de 2010, que debían dar ejemplo de contención de gasto y de austeridad, no han cumplido con las expectativas. El informe de cierre contable a 30 de noviembre remitido por la Conselleria de Economía a las Corts revela ya un desvío al alza de las previsiones de gasto corriente de 374 millones de euros, es decir, un 16% más respecto a lo que el Ejecutivo se comprometió a gastar cuando el Parlamento aprobó las cuentas.

Así, el capítulo dos, por el que se pagan los gastos de funcionamiento de las conselleries, nació con una dotación inicial de 2.320 millones de euros, si bien un mes antes de cerrar el ejercicio las previsiones de gasto se elevaban ya a 2.694 millones. De hecho, el Consell ya había agotado su techo de gasto inicial en el mes de noviembre comprometiendo 2.520 millones, de los que 2.325 millones habían pasado ya a la fase de obligaciones reconocidas.

Los datos sobre la ejecución del capítulo de gasto corriente evidencian las dificultades que tiene el Consell para apretarse el cinturón en pleno debate sobre la sostenibilidad del Estado de las autonomías. Cabe apuntar que el presupuesto de 2010 fue diseñado con arreglo a un plan de austeridad que tenía en la reducción del gasto corriente uno de sus pilares. De hecho, implicaban una reducción del 5% del gasto corriente.

Por secciones, la mayor desviación del gasto se produce en la Conselleria de Sanidad. El departamento que dirige Manuel Cervera tenía previsto destinar 1.613 millones; pero en noviembre ya se prevía un desembolso mayor, nada menos que 306 millones más. Junto a la desviación del gasto sanitario- una hemorragia para las cuentas difícil de frenar- otras conselleries tampoco cumplieron con el plan de ajuste. Solo lo hicieron Turismo, Presidencia, Medio Ambiente, Cultura e Industria e Infraestructuras.

Por otro lado, el último informe de Hacienda evidencia también como el tijeretazo que el Consell aplicó el mes de marzo a las cuentas tuvo poco impacto en el capítulo dos. La situación es distinta si el capítulo que se analiza es el relativo a inversiones reales. El Ejecutivo que preside Francisco Camps tenía en noviembre sin ejecutar el 62% de las inversiones. El dato ensombrece el triunfalista balance que desde el departamento que dirige Gerardo Camps se hace respecto a la gestión del Plan Confianza, el programa inversor por excelencia del Consell para salir de la crisis. A falta de la liquidación definitiva, las obligaciones de gasto reconocidas por las distintas conselleries en su capítulo VI suponen el 38% respecto al presupuesto definitivo. Las cuentas iniciales contemplaban un gasto en inversión directa de 720 millones de euros, cifra a la que el Consell añadió 649 millones provenientes del Plan Confianza. En total la cifra de gasto previsto era de 1.370 millones, de los que sólo 524 millones estaban en fase de obligaciones reconocidas a un mes de acabar el año, es decir, el 38%.

La ejecución es desigual por conselleries. Entre los departamentos más diligentes en ejecución de inversiones se encuentran Economía, Presidencia y Solidaridad, con porcentajes superiores al 70%. Turismo, con un 98% está a la cabeza, pero los datos indicados en el gráfico se refieren al capítulo VII (transferencias de capital) ya que este carece de capítulo VI. En el furgón de cola en ejecución de obras, se encuentra Cultura, con tan sólo el 1% de obligaciones reconocidas o Industria, con el 16%. Bienestar Social e Infraestructuras también ofrecen un pobre balance.