Vuelve Navarro de Luján a la primera fila de la órbita del CEU.

Más que del CEU, yo diría que de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), que es la madre de todo: tres universidades en Madrid, Barcelona y Valencia; nueve colegios; varias escuelas de magisterio... La ACdP es el núcleo y la fuente de inspiración de todas estas obras.

¿Y qué inspiración quiere darle usted a ese conglomerado católico?

Yo entro en el consejo nacional de los propagandistas, que es el órgano máximo y dicta la línea de la asociación y de sus obras. En los últimos años, la ACdP se ha dedicado a consolidar su obra educativa y ha abandonado ámbitos que históricamente le correspondían. Por ejemplo, el mundo de los medios de comunicación. De hecho, la asociación fue propietaria de una cadena de periódicos. En estos momentos, el reto que nos toca es crear ámbitos de conexión entre la fe y la cultura.

¿Para qué?

Yo creo que a esta sociedad en la que nos ha tocado vivir hay que amarla. Y no como poesía. Éste es nuestro mundo y no podemos tener nostalgia de mundos anteriores. Éste es el nuestro. Y tiene unas características que a mí me preocupan. Por ejemplo, la separación que se ha producido entre la fe y la cultura. Es un error creer que con esta sociedad no podemos hablar. Y no podemos dialogar con esta sociedad si no la aceptamos, con sus luces y sus sombras. Sabemos que esta sociedad tiene un ágora: los medios de comunicación. Y debemos estar presentes en ellos.

¿Cómo?

Creando opinión, por ejemplo. No estamos en disposición de tener medios propios, como hace medio siglo teníamos nuestra cadena de periódicos, sino que hemos de formar a socios nuestros para que sean creadores de opinión en periódicos, radios y televisiones. Y como estos años hemos estado tan abocados al tema educativo, esta parte la hemos abandonado un poco. Otra cuestión que hemos dejado de lado y que yo quiero promover es la formación de jóvenes para la vida pública, ya sea la política, la comunicación o los movimientos sociales. Es fundamental crear vocación política en los jóvenes. Para qué partido, me da igual. Pero que tengan buena formación en el ámbito de lo público. Quiero que los jóvenes de nuestras universidades se formen para la política.

Antes de pasar adelante. Alertaba de la nostalgia a mundos anteriores. ¿Quién tiene la nostalgia y a qué mundos se refiere?

Bueno, a mí me preocupa que algunos sectores de la Iglesia española tienen una visión negativa del mundo actual, y a veces demuestran una especie de melancolía por no estar en aquella sociedad unitaria donde todo el mundo pensaba lo mismo y se comportaba igual.

Hablamos del Franquismo.

Por supuesto. Y eso es absurdo, porque la propia Iglesia fue clave en la Transición a la democracia con figuras como el cardenal Tarancón o Fernando Sebastián. La democracia en los años 1974 o 1975 también se gestó en reuniones nocturnas celebradas en locales parroquiales. Ése ha sido un logro de la Iglesia que hemos de valorar. Y no hay que generar ninguna nostalgia de tiempo anterior. Es cierto que estamos en una sociedad plural con valores en crisis. Pero, por eso mismo, el cristianismo tendrá que ofertar una propuesta atractiva para las nuevas generaciones. Y no como imposición, sino como proposición. Ahora, por ejemplo, se ha de poner en valor la presencia positiva de la Iglesia, que está dando de comer a mucha gente en los comedores parroquiales y en las instituciones de ayuda. La Iglesia no ha de estar presente sólo para decir "no a esto, no a lo otro".

¿Qué lectura hace del cambio de presidencia en la ACdP?

Salimos de una presidencia que se ha volcado en la consolidación de la obra educativa y también se ha dedicado a profundizar en los rasgos religiosos más claves. Esa etapa la hemos superado. Y la nueva presidencia tiene que ser de salida al exterior, de apertura, de ampliación de la base social. No buscará introducir en la ACdP a quien ya pertenece a otros movimientos religiosos, porque eso es un absurdo, sino que atraerá a gente que no esté encuadrada en colectivos cristianos. ¡Ésa es la gente que nos interesa! La asociación ha de ser el reflejo de la pluralidad del catolicismo español. No podemos ser una entidad monolítica, y en esta casa han de caber todas las opiniones. Debemos ser una sociedad plural.

¿Ese viraje ideológico le hacía falta?

Sí. Pero que nadie espere una...

...¿Revolución?

No, no, no. Las cosas en esta casa son paulatinas.

¿Qué errores no se deben repetir en el CEU de Valencia?

En el CEU San Pablo de Valencia hemos tenido cuatro rectores en diez años, y eso es una barbaridad. Ahora tenemos un equipo de gobierno consolidado. Ha de agotar su mandato y aplicar el plan estratégico para asentar la universidad.

Pero le pido autocrítica. ¿Qué errores no debe repetir el CEU? ¿Quizá una excesiva politización?

Efectivamente. Una universidad como la nuestra tiene que estar por encima de las opciones políticas. Es decir: nosotros no somos de nadie. Dicho de otra manera: yo, como católico, no puedo ser ni federalista, ni autonomista ni centralista. Mi racionalidad política, que no la condición de católico, ya me llevará a una opción u otra. Hemos de distinguir lo fundamental de nuestra fe de aquello que se derive de unos ideales políticos.

¿Esa reflexión podría simplificarse en que el CEU debe dejar de ser "la universidad del PP"?

No debemos ser la universidad de ningún partido político: ni del PP, ni de Unió Democràtica si estuviéramos en Barcelona, ni del PSOE, ni de nadie. Debemos ser una universidad con un fin claro: la formación integral de nuestros alumnos en un ámbito de respeto a nuestro ideario, pero de absoluta libertad en lo demás.

¿Se ha de aflojar el alineamiento con los sectores más duros del catolicismo como el Opus, los "kikos" o los Legionarios?

Nuestro objetivo es hacer una asociación de amplia base católica donde pueda entrar todo aquel que se identifique con nuestro ideario, sin afán exclusivista. No podemos perder la pluralidad, que ha sido la riqueza de la ACdP frente a otros colectivos apostólicos. Porque el catolicismo es muy amplio y admite posturas políticas o modelos económicos muy distintos.