Aunque recalca que preferiría hacer las valoraciones una vez sea elegido conseller, Mira cuestiona el criterio político que ha marcado la renovación del órgano.

¿Qué opina de la entrada de tantos políticos sin trayectoria cultural en el Consell Valencià de Cultura?

Tratándose de un Consell Valencià de Cultura, ¡de Cultura!, me parece que ha pesado en exceso el criterio de oportunidad política por encima de criterios de cualificación cultural. Y eso, simplemente, no me gusta. El CVC tiene un historial discutible, debatido, con cosas más acertadas y otras no tanto, con un exceso de neutralidad, discreción o inhibición en algunas cuestiones. Pero, a partir de ahora, creo que irá a peor.

¿Por qué?

Porque los grupos parlamentarios, que son los que proponen a los miembros, han elegido a personas con historial político, que recientemente han dejado un cargo político o institucional, y los han recolocado en el Consell Valencià de Cultura. No los han escogido en virtud de su currículum en un campo u otro de la cultura, ya sea la arquitectura, el urbanismo, las bellas artes, la música o la literatura, sino como retiro o colocación de políticos sin cargo.

El Consell Valencià de Cultura se ha convertido en una especie de pesebre para políticos sin paja…

Bueno, yo no utilizaría en público esa expresión —al menos en público—, pero no tendría que ser ése el criterio de selección y me parece improcedente que lo sea. Es natural que cada partido elija a los miembros que considera compatibles o afines a su ideología, pero el currículum cultural debería ser el criterio fundamental, puro, para la elección. Eso es lo que marca la ley.

El nuevo CVC contrastará con la época en la que lo integraban «homenots» como Joan Fuster, Andreu Alfaro, Juan Gil-Albert…

Sí, me parece bastante triste. Porque excepto Compromís, todos los otros partidos han hecho exactamente lo mismo: poner por delante el oportunismo político personal que el currículum cultural de los candidatos.

¿Y servirá de algo un CVC así?

Si yo he aceptado que me propusieran como miembro, sin mucha fe ni demasiado entusiasmo, es porque pienso que el CVC debería servir. Una institución de esas características habría de servir para las funciones que le encomienda la ley. Hay muchos problemas, conflictos y peligros, y una institución de este tipo ha de elaborar informes, soluciones, propuestas, críticas… Ha de ser un centro de sugerencia y asesoramiento y, a la vez, un contrapeso a la tendencia de muchos políticos de tomar decisiones en el ámbito de la cultura sin medir las consecuencias.

Eso es la teoría. ¿Y la práctica a partir de ahora?

Yo no sé para qué servirá a partir de ahora el CVC, sobre todo vista su próxima composición, pero sí que sé para lo que debería servir. Y por eso he aceptado, para intentar defender esa posición allí dentro. Sé que no tendré éxito, pero lo intentaré. Y si la cosa no va como debería ir y me parece escandaloso, pues dimitiré y punto.

¿Se devalúa aún más la cultura con esta renovación del CVC?

Yo le tengo respeto al Consell Valencià de Cultura porque, invirtiendo lo que dijo Groucho Marx, no aceptaría entrar en una institución que no considerara respetable. La considero respetable y necesaria. Y no estoy en contra de ninguno de los candidatos, que me parecen todos muy dignos y respetables, sino del criterio de selección de algunos de ellos, que parece más político que cultural.